Recién en estos días vi la película de Percy Jackson (si le preguntas a cualquier niño de menos de trece años sabrás de qué hablo), donde Rosario Dawson hace de Perséfone o Proserpina.
Según la mitología clásica, Hades, el dios griego del inframundo, se enamoró locamente de ella, la raptó y se la llevó al, bueno… al sótano. La madre de esta, la diosa de la fertilidad Démeter, acudió a Zeus para pedir la restitución de su hija.
Sin embargo, como la golosa se había zampado media granada mientras andaba por allá abajo, el dios máximo dictó que debería permanecer la mitad del año soterrada y la otra mitad en la superficie, explicación que aplicaron los antiguos al ciclo de muerte y renacimiento de las estaciones y las cosechas.
Los árabes llevaron la Punica granatum a España, donde dio el nombre a la más bella ciudad andaluza, y se convirtió en su símbolo. También dio nombre a la piedra que lleva su rica coloración, el granate, y a la uva garnacha, por el color de su mosto.
En el siglo XVI, también dio nombre a su homónimo artilugio de la muerte, aunque nadie sabe quién inventó la letal bombita portátil.
Gran ironía, puesto que la granada siempre ha sido símbolo de vida: sus abundantes semillas la han convertido en símbolo de fertilidad, abundancia y vida eterna; algunos conjeturan que la manzana del bien y del mal no era tal, sino que era una granada; los antiguos egipcios se enterraban con granadas (la fruta, no la otra), para ayudarlos a renacer, mientras que los chinos azucaraban las semillas y las servían a los invitados en los banquetes nupciales y las mujeres beréberes usaban las semillas para predecir la cantidad de hijos que tendrían. Muchas obras pictóricas muestran a María y Jesús con una granada en la mano mientras que Mahoma pensaba que las granadas purgaban al espíritu de envidia y odio.
El nombre científico, en latín, viene de Cartago (Punis), de donde les llegó a los romanos, y el nombre en español hace referencia a sus numerosas pepitas o granos. Y hablando de pepitas, si le dispiacen, olvídese de la granada. Cada fruta está compuesta por cientos de semillas jugosas y agridulces, rodeadas de membranas blancas y amargas. Muchas personas se comen las pepitas, otras las escupen. La granada forma parte intrínseca de la cocina del Medio Oriente, y es prácticamente la fruta nacional de Irán.
VEA Difícil pero valiosa
