Si de pelaíta me lo hubieras enseñado, hubiese rechazado contundentemente su insumo, con su aspecto entre apio y cebolla; cinco años más tarde, con la rambulería propia de la adolescencia (cuando lo que más adolece es el raciocinio) me hubiese parecido algo totalmente ridículo, como el oso hormiguero ¿un oso se lo hizo a una hormiga o fue al revés?, ¿o es que me ves cara de tarúpida, híbrido de tarada y estúpida? Pero ya de adulta, puedo apreciar en toda su gloria al Foeniculum vulgare, planta de la familia del perejil (Umbelliferae) "con hojas delgadas que parecen finas agujas verdes y con flores amarillas" según mis fuentes, pero que para fines prácticos es un bulbo que ha sido utilizado en Europa desde el inicio de la era clásica y tal vez antes, por sus semillas y por el tallo de la planta, que tiene un delicado sabor a anís.
Hoy es cultivado en varias regiones del mundo. Y por supuesto, si hace 30 años además de lo del apio y la cebolla me hubieras mencionado el anís, ni saber con qué atorrancia me hubiera salido. Del encumbrado hinojo al ignorante enojo…
(Vea 6B)
