Que un grupo de niños aprenda a pintar piezas de arte dentro de la técnica naïf no es algo complicado ni tan elevado como podría pensarse. En la mayoría de los casos, los artistas naïf han sido autodidactas que se convirtieron en artistas como estrategia de supervivencia.
El arte naïf se define como una corriente artística que se destaca por su ingenuidad y sencillez. Por su espontaneidad, los colores brillan-tes e irreales, por su perspec-tiva y proporciones poco académicas.
La pintura haitiana, caracterizada por preferir esta corriente, se convirtió en un importante producto de artesanía para la exportación.
Las telas y también las esculturas y otros objetos de arte en madera, piedra cortada o hierro, son productos de Haití que se encuentran en todas las islas del Caribe. La artesanía de la ex Yugoslavia también es naïf.
Generalmente las ilustraciones se utilizan para los libros de cuentos infantiles o simplemente se asocian a la decoración para niños, pero mucho del arte latinoamericano se relaciona con esta corriente, sobretodo por el uso del realismo mágico o la mitología indígena como motivo.
Se han utilizado numerosas expresiones para calificar a este arte (innato, instintivo, neoprimitivismo) y a sus autores (pintores ocasionales, maestros populares de la realidad, primitivos modernos).
Entre los más destacados representantes del arte naïf se encuentra el pintor francés Henri Rousseau. Movimientos vanguardistas como Der Blaue Reiter (Klee, Kandinsky) subrayaron, además, la importancia del naïf en la evolución del arte moderno.
El domingo 16 de julio la galería East Building de Washington en Estados Unidos, inauguró la primera retrospectiva de Rousseau, luego de dos décadas.
En Panamá, la Casa cultural Huellas realizará un taller de arte naïf para niños (ver recuadro arriba).
