Se denomina inseminación artificial al proceso asistido de fecundación en forma no natural. Este procedimiento comenzó con bovinos, equinos, humanos, y por supuesto, se traslado a los caninos.
Muchos ansiosos nuevos criadores, al ver que sus perros no pueden tener una cruza normal, recurren a este método, a veces sin evaluar primero el porqué no pueden los perros aparearse y menos el riesgo que esto representa en algunos casos.
Sin profundizar en temas médicos, puedo comentarles que he visto atrocidades en este campo.
La más común, la perra no acepta al perro, llora, se escapa, muerde y muchos otros síntomas de que esto no debe ocurrir.
A pesar que la naturaleza está diciendo a gritos no, algunos insisten en llevar a término el cruzamiento, siendo el resultado final a veces nefas-to, si no hay una causa realmente válida y evaluada por un profesional idóneo.
Generalmente, cuando la hembra no acepta al macho, no está en el momento indicado para ser servida, esto significa que no está ovulando y que el resultado de la inseminación será negativo. Pero esto sería lo de menos en el terreno del peligro. El real riesgo existe cuando se realiza la inseminación en hembras pequeñas, con machos grandes, que naturalmente no pueden aparearse. Es posible que en este caso la hembra quede fecundada, siendo el resultado final una preñez riesgosa, ya que la información genética de los cachorros es de un padre grande y algunos de ellos serán seguramente de igual tamaño, no pudiendo desarrollarse un parto natural, y por ende, trayendo todas las consecuencias aledañas a este tema.
Hay también razas creadas por el hombre y cada vez más deformadas en cuanto a una estructura natural, que por su peso, físico o cansancio, no admiten una cruza sin ayuda; en estos casos, si bien se logran resultados positivos con la inseminación, habría que pensar que cada vez más estamos alejando a estos animales de la selección de la naturaleza, y creando seres atípicos con una vida corta e infeliz.

