Donde reina el silencio, en las profundidades oceánicas de la remota isla del Coco, en Costa Rica, una congregación de inmensos depredadores ejerce el control de toda la cadena alimenticia.
Son cientos de tiburones martillo y otros cientos de tiburones punta blanca que se dan un banquete en la bien abastecida despensa natural de esta isla fabulosa del Pacífico Tropical Oriental.
En tanto, en la agitada superficie del mar, más de media docena de gigantescos tiburones tigres trazan círculos cerrados alrededor de mi kayak, al escoltarme en mi travesía por las indómitas zonas costeras que rodean los 24 kilómetros cuadrados de bosques primarios y cascadas espectaculares que dan vida a isla del Coco, también llamada la isla de los tiburones.
Tal es la riqueza marina de este sistema insular que es muy fácil observar la abundancia de tiburones desde la superficie del mar, sobre todo cerca al islote llamado Manuelita, famoso por ser una de las “estaciones de limpieza de tiburones”, donde arribo para encontrarme con mis colegas, los camarógrafos de la Fundación Albatros Media, que están a punto de sumergirse para registrar el comportamiento de los tiburones.
Es que aquí donde estos grandes depredadores llegan a abastecerse de alimento, y a buscar peces limpiadores que eliminen los parásitos que suelen adherirse a su dura piel.
Ante mi tenaz escolta de escualos, compruebo que la fama de la llamada “isla de los tiburones” es cierta; hecho que filman mis colegas camarógrafos a más 30 metros de profundidad.
Sin embargo, esa abundancia que observamos es inusual y la realidad es dramática para las poblaciones de tiburones de los mares del mundo, que están desapareciendo.
VEA Los tiburones como negocio

