Es difícil para los estudiosos de la conducta animal determinar con certeza el porqué de ciertas actitudes en los perros, ya que generalmente hay un componente comparativo con la psiquis humana, que no siempre funciona igual. La raza humana busca placer en lo que hace, en las sensaciones que el cuerpo y el espíritu reciben, acción similar en los canes. ¿Acaso lo nuestro es muy diferente a lo de los perros? No lo creo. Tal vez sí podamos racionalizar conductas, pero no hace que no respondamos al premio gratificantes y tratemos de alejarnos de aquello que nos causa desagrado.
Desde pequeños nos dicen: si te comportas bien recibirás algo bueno; en caso contrario, la penitencia, en síntesis, lo mismo.
“El ladrido en exceso” puede obedecer a varias causas, se relaciona con la ansiedad, angustia; en resumen, estados dañinos para nuestros amigos.
Sea el que sea el porqué, buscar la raíz para poder solucionarlo llevaría mucho tiempo, por eso debemos actuar.
Pero dejemos el problema de lado y vayamos a la solución del mismo. Los perros se manejan por estereotipo, esto significa comportamientos de conductas reiteradas si un fin determinado.
Al no poder racionalizar lo bueno o malo de esta conducta, cada vez se arraiga más y se va haciendo parte de su entorno, ¿cómo se resuelve? Rompiendo estereotipos. Por ejemplo, en el momento que su perro ladra desesperado cuando entra alguien, usted le coloca la traílla y lo distrae apenas suena la campana, o sea, le rompe su estructura preconcebida.
Puede pasearlo por la casa o hacerlo jugar, el asunto es sacarlo de la situación; incluso, luego, puede repetir esto con un ayudante, tocando la campana varias veces y practicando este ejercicio hasta romper con el estereotipo. Esto será de beneficio para usted y para ellos y una convivencia en paz.

