Para muchas personas en Panamá, el remolino de aves rapaces en el cielo en los meses de octubre y noviembre significa que hay un animal muerto en tierra. Pero, en realidad, este es un fenómeno natural que se repite cada año y Panamá es un escenario importante para estas migraciones, principalmente en el área del Canal.
Antes de emprender el viaje y dejar sus tierras de anidación en Norteamérica, las rapaces acumulan grasa. Viajan principalmente durante el día, usando las corrientes termales de aire para desplazarse planeando y así gastar menos energía. En el camino es importante que encuentren áreas forestadas, para descansar en las noches o cuando hay mal tiempo.
En Panamá se encuentran 59 especies rapaces diurnas, y se han registrado al menos 14 especies migrantes seguras, afirma la bióloga Chelina Batista, del Instituto Smithsonian. Tres especies en particular migran de manera masiva: el gallinazo cabecirrojo (Cathartes aura), el gavilán aludo (Buteo platypterus) y el gavilán de Swainson ( Buteo swainsoni).
En 2004, la sociedad Audubon de Panamá, Hawk Mountain Sanctuary y otras entidades realizaron el primer conteo de aves rapaces de océano a océano, en nueve sitios del área canalera. De octubre a noviembre, contaron 3 millones 125 mil 486 rapaces migratorias, entre ellas las especies mencionadas.
El año pasado, solo en el cerro Ancón se contaron 1 millón 145 mil 141 rapaces, según cifras de la Sociedad Audubon.
Otras rapaces que pasan por Panamá, pero en menor abundancia son: águila pescadora, elanio tijereta, elanio plomizo, gavilán estriado, gavilán colifajeado, el halcón peregrino y el cernícalo americano.
IMPORTANCIA DE LOS CONTEOS
Batista recalca que documentar las migraciones permite conocer la abundancia de especies y el uso del hábitat, y a largo plazo, registrar tendencias poblacionales para generar planes de manejo para la conservación, investigación y educación. Además, la declinación de las poblaciones de rapaces alerta sobre problemas ambientales.
En Panamá se han hecho algunos estudios sobre rapaces, “pero es necesario actualizar la información”, enfatiza la científica. Se conoce un poco más las migraciones del área canalera, pero no se sabe la estacionalidad y el uso de sitios en lugares como Chiriquí, añade.
GRIPE
Un tema que causa temor al hablar de aves migratorias es el de la gripe aviar. Batista recalca que “hasta el momento, el virus causante no ha sido aislado en ninguna ave rapaz. El mayor riesgo es con aves de corral”.
Añade que las rapaces carroñeras podrían estar en riesgo si se alimentan de carcasas de aves de corral expuestas, “por lo que la apropiada disposición de los cadáveres y material asociado a estas es una estrategia importante para evitar la dispersión del virus”. Además, se debe incrementar el monitoreo para controlar los riesgos.
OTROS DATOS
• Orden: Las aves rapaces son falconiformes e incluyen tres familias, 76 géneros y 307 especies. Los búhos son de otras familias y órdenes.
• Conteo: Rosabel Miró, de la Sociedad Audubon, informa que el 29 y 30 de septiembre se dará un curso gratis a voluntarios sobre migración de aves, y del 1 de octubre al 19 de noviembre se realizará el conteo de rapaces en el cerro Ancón.
Aves de presa también están amenazadas
Las condiciones climáticas adversas y fenómenos como huracanes retrasan la migración de las aves. El riesgo de la gripe aviar, la contaminación química, la deforestación y destrucción de sus hábitat, la caza por diversión y la instalación de parques eólicos y aeropuertos sin los debidos estudios ambientales que contem- plen las migraciones, también son factores que amenazan su supervivencia.
En el caso de las rapaces, algunas especies carroñeras, como buitres, se han visto afectadas por el uso veterinario del diclofenaco, particularmente en India.
Los buitres, al comer restos de animales domésticos tratados con este antiinflamatorio, se envenenan y mueren.

