Para la toma de posesión de Martín Torrijos, en que se le permitió a La Prensa hacer un reportaje del almuerzo presidencial tras bambalinas, el chef Charlie Collins sirvió una corvina con escamas de plátano maduro sobre puré de otoe, con reducción de naranja y balsámico.
El otoe, a pesar de tener su sabor inconfundible, puede ser sustituido por otros ingredientes –como la papa— para elaborar platillos con influencias o bases extranjeras (como p.e., gnocchi de otoe o el pastel de otoe, cuya receta tan amablemente cedió la chef Elena Hernández para el recetario de hoy), pero con carácter panameño.
Además, un cocinero puede combinarlo con otros farináceos o vegetales para crear platos exquisitos, como el sancocho no santeño. Recientemente me metí en un blog donde preguntaban cómo encontrar recetas con otoe, y no es fácil.
Al otoe, del género Xanthosoma, se le llama arracacha en Colombia, malanga en Cuba, tiquisque morado en Costa Rica, yautía, etc. Y ni comencemos con los nombres en inglés: new cocoyam, tannia, tannier, dasheen, etc.
Se usa, tengo entendido, para hacer las alcapurrias puertorras. Nativo del litoral norte de Sudamérica, su cultivo se extendió a Centroamérica y el Caribe.
Al género Xanthosoma, y aquí no estoy segura de que no exista confusión con subespecies similares al otoe, pero que no son el moradito que conocemos, se le reconoce por sus enormes bellas hojas llamadas orejas de elefante, que cuando aún están tiernas y no se han desenrollado, se utilizan para elaborar la sopa de callalloo de Trinidad; el otoe también se cultiva en las Filipinas y en África Occidental se usa como sustituto del ñame.

