Existen decenas de religiones, filosofías y corrientes espirituales en el mundo. Muchas veces comparten rasgos en común. Este es el caso de la Kabbalah y el judaísmo.
La Kabbalah y el judaísmo parten de un punto en común: el árbol de la vida, compuesto por 10 esferas que comprenden la manera en la que Dios creó al mundo: iluminación, sabiduría, entendimiento, compasión, rectitud, belleza, fuerza, esplendor, raciocinio y poder.
Sin embargo, para el judaísmo la Kabbalah es una cuestión reservada para los hombres, y para los conocedores de los textos sagrados.
Es que, explica un rabino local que prefirió mantenerse en el anonimato, “para dedicarse seriamente a la Kabbalah hay que conocer no solo el idioma hebreo, sino tener un amplio conocimiento de los libros sagrados, principales de la tradición judía, para saber interpretar los textos”.
En el judaísmo, el estudio de la Kabbalah (que busca en los textos de la Biblia las combinaciones que pueden darse para crear otras realidades) es cerrado y sagrado. Es, explica el rabino, “una de las líneas más importantes dentro de la tradición judía que refleja los aspectos mas determinantes del misticismo judío”.





