Para su hermano, Carlos Arosemena Lacayo, lo que puso a Justo "en el mapa de verdad" del arte fue cuando éste conoció, en 1971, al padre Rafael García Herreros, que tenía en Colombia un popular programa de televisión llamado El Minuto de Dios. "Todo el mundo lo escuchaba, él hablaba y no perdonaba".
El padre le pidió a Justo en una exposición en Bogotá que le regalara una obra con unas manos rezando; Justo se negó y le explicó que esta obra era de su madre y que se la había regalado a ella. García Herreros "lo perdonó" con la condición de que le hiciera un Cristo. Justo creyó que no lo vería más nunca y se regresó a Medellín, pero un mes más tarde tocaron a su puerta: era el padre García Herreros preguntando "Justo, ¿dónde está mi Cristo?". Justo le mostró bosquejos que había hecho de otros Cristos por toda Colombia, pero no le gustaron al padre, quien exigió que fuera de tamaño natural y desnudo. Justo respondió: "¿cómo voy a hacer eso? Me van excomulgar". García Herreros le dijo que así murió Cristo y así lo quería. "Fue tan famosa la inauguración de ese Cristo que hizo escándalo en Colombia, pero allí está en El Minuto de Dios, la congregación de 100 mil feligreses que creó el padre García Herreros. Allí arrancó con todas las obras escultóricas que tiene por Colombia ".
