ANÉCDOTAS. Nueve de cada 10 personas que consultan sobre problemas de conducta de sus perros, lo hacen diciendo que son unos perfectos ladrones. Hay millones de anécdotas al respecto, algunas graciosas y otras nefastas, teniendo en cuenta el resultado final del robo. Recuerdo a una amiga que había amasado pastas todo el día para recibir a sus amigos en la cena. En un segundo de descuido, un airedale terrier, ladrón por excelencia, disfrutó de una bandeja de ñoquis crudos.
Cuando fue descubierto, ya no quedaba alguno y él, con su cara de yo no fui y su larga barba repleta de harina.Documentos importantes robados y posteriormente comidos, medias, pasteles y todo lo inimaginable.Ustedes preguntarán cómo se cura. Seguro que no, como hace la mayoría de la gente, señalando con su dedo incisivo al pobre perro que, generalmente, no sabe luego ni por qué lo regañan.
El método es sencillo, así mismo como se adiestra con premios cuando el perro responde al estímulo requerido por su guía en el adiestramiento de obediencia. Este es el mecanismo contrario, pero es necesario que no sepa de dónde proviene el castigo, sino será asociado a la presencia de la persona y solo dejará de hacerlo ante la misma. Una buena terapia es usar condimentos desagradables, aprovechando el olfato de los perros (pimienta y sal en exceso). Pero, les advierto, ha habido casos de perros gourmet que determinados condimentos les han resultado agradables. Si esto sucede, intenten con otros. Dejen al alcance de ellos una buena presa de pollo (sin huesos), con un buen picante; el chile jalapeño funciona bien.
Ellos sentirán la compulsión de robar, pero se encontrarán con un desagradable sabor que no les dará ganas de volver a intentarlo. Con un solo intento esto no se soluciona, repítanlo en días, lugares y con comidas diferentes. El resultado es casi garantizado, por supuesto, hay excepciones en las que hay que utilizar otros métodos.
