Percatarse de una mentira en el momento que la dicen no es fácil, pero si se presta atención a ciertas pistas y movimientos corporales, existe la posibilidad de desenmascarar la farsa al instante.
Cuando una persona intenta mentir, se detalla la web novarevista.com, “respira en pequeñas, pero rápidas bocanadas; sus movimientos reflejan nerviosismo y tiende a parpadear con exageración”.
El portal añade que un mentiroso se llevará repentinamente la mano a la boca, los ojos o la nariz; cometerá errores de dicción o tartamudeará y mantendrá la mirada mientas se le hagan preguntas fáciles, pero la desviará en cuanto tenga que profundizar en el tema.
Gerardo Solís, magistrado del Tribunal Electoral y experto en kinésica –estudio del significado expresivo de los gestos y los movimientos del cuerpo– asegura que al mentir, la persona tenderá a dirigir su mirada hacía la izquierda y se “enconchará”: en otras palabras, “el individuo cerrará las manos y se cerrará corporalmente. Una persona que dice la verdad se mostrará relajada y extenderá sus brazos sobre los soportes de la silla o sillón... no estará enconchada”, explica Solís.
Otras pistas a seguir, comenta Solís, es que el mentiroso moverá constantemente los pies como si estuviera impaciente y si está sentado, cambiará de posición en la silla. “Es justo en ese instante en el que va a decir algo que es falso”, recalca.
El que alguien no mire a los ojos a la persona cuando le habla, si actúa de manera incómoda y si muestra inconsistencia en las versiones de las historias que dice –distintos marcos de tiempo, errores al recordar detalles, o mezclar algunas cosas–, son otros detalles a tomar en cuenta para identificar a un embustero, reseña la página enplenitud.com.
Según Solís, todas estas pistas quedan en evidencia por los nervios naturales que sufre una persona.
Sin embargo, el sociólogo Bolívar Franco dice que estos rasgos pasan a veces desapercibidos: “se escapan a simple vista”, dice.
Explica que mentir es una conducta social desviada que se adquiere, en muchos casos, desde la niñez. “El niño ve esos ejemplos en los adultos o en sus padres y los copia”, sostiene.
No obstante, el psiquiatra José Calderón, afirma que existe un tipo de mentira patológica en la que el individuo miente y no sabe por qué lo hace. “Es un trastorno de personalidad... no miente por el deseo de hacer un mal, sino por simple compulsión”, enfatiza.