Una banda roja en la frente, camisa blanca, una guitarra naranja: Manu Chao está ahí de nuevo. Después de seis años de pausa, el héroe musical de muchos críticos de la globalización ha sacado un nuevo disco, La Radiolina, y está nuevamente inmerso en una amplia gira.
El viernes por la noche entusiasmó al público al comienzo de su gira por Alemania, en un concierto ante 6 mil 500 fanáticos en el Pabellón. "Hamburgo, ¿qué pasa en la calle?", preguntó en español el cantante de 46 años antes de comenzar con su explosión de ritmos punk.
"Todo es mentira", grita la estrella franco-española al joven público. Con ello se refiere a la política, el curso de la globalización y "Mr. Bush", el presidente estadounidense. Aunque rechaza esa imagen, Manu Chao es para muchos de sus seguidores un ícono de un mundo mejor, como luchador social marcado por sus experiencias en el Tercer Mundo.
Manu Chao canta en Hamburgo en español, inglés y francés. Algunas canciones son una mezcla de varios idiomas y recuerdan a un caos babilónico. Babilonia es precisamente una de sus imágenes preferidas acerca del estado del mundo actual. De su repertorio saca todos los estilos posibles que ha conocido en sus viajes por el mundo.
En algunas ocasiones se escucha punk-rock con elementos de ska, como en su clásico Mala Vida. Después, canta a lo pop tequila, sexo y marihuana en Welcome to Tijuana o transforma el Pabellón de los Deportes en un estadio lleno de fútbol con su Bongo Bong, salpicado de reggae. La canción gustó tanto a Robbie Willams, que acabó haciendo una versión propia.
Pese al ambiente de fiesta creado por Manu Chao, el artista no para una y otra vez de difundir sus mensajes políticos. Con Clandestino, recuerda a los millones de personas que han dejados sus casas debido a la pobreza y viven sin permiso de residencia en otros países. En su canción Tristeza maleza, habla de la interminable tristeza llevada por el viento de Washington al resto del mundo.
En el centro de su música se encuentra la situación en América Latina. Allí llega a reunir en sus conciertos hasta 100 mil personas, como el año pasado en Cuba.
Pero, últimamente, el artista había reducido sus apariciones. Chao buscó nuevos retos y por ello se implicó en la emisora de radio La Colifata en Buenos Aires, producida por los pacientes de un centro neurológico.
En Hamburgo, sin embargo, ha demostrado que no ha perdido su energía, después de dos horas de concierto.
