Aunque es una práctica extendida en el mundo –y más aún, a medida que crece el mercado de consumo de las PC– la ‘piratería de software’, es decir, la copia, uso o distribución no autorizada de programas informáticos protegidos por derechos de autor, constituye una violación a las leyes, independientemente de si los programas se comparten con conocidos, se venden o se instalan en diferentes máquinas, personales o en empresas.
En Panamá, el uso ilegítimo de software puede acarrear sanciones de privación de la libertad que van de dos a seis años, según existan agravantes, como la falsificación y la comercialización a escala industrial.
El abogado Eric López, representante de Business Software Alliance (BSA) en Panamá –organización que agrupa a compañías como Microsoft, Adobe y Apple, entre otras– argumenta que la propiedad intelectual impulsa la innovación, el crecimiento económico y la competencia. Por el contrario, la piratería y la falsificación de software desmotivan la inversión extranjera, frenan la generación de empleo, fomentan la competencia desleal y causan pérdidas económicas a desarrolladores y a los países, por evasión de impuestos.
Según el VI Estudio Anual La Piratería del Soft- ware en el Mundo, publicado por IDC para BSA en 2008, el índice de piratería mundial aumentó de 38% en 2007 a 41% en 2008. Europa del Este y América Latina están entre las regiones con mayor índice de piratería.
En el sector empresarial, según IDC, es más común la piratería en pequeñas empresas, que suelen comprar computadoras a proveedores de clones, quienes tienden a instalar en mayor medida software pirata que los vendedores de equipos de marca.
