Ana AlfaroEspecial para La Prensa vivir+@prensa.comNo se trata de manjares felinos. Se trata de los denominadores comunes de la sopa gaditana (o sea de Cádiz) así llamada, y su hermana opulenta, el gazpacho blanco o ajo blanco, que a diferencia de la más humilde "sopa de gato", contiene ingredientes altamente estimados por los árabes, quienes, como indican Flandrin y Montanari en Food: a Culinary History from Antiquity to the Present, tenían su jerarquía en la alacena: los más fragantes, como el almizcle y el ámbar; luego, el agua de rosas y azahar, seguidas por el azafrán, canela, galanga, clavo, nuez moscada y cardamomo. Seguían las frutas secas y nueces: dátiles, pasas, almendras, nueces, avellanas, piñones y pistachos; luego, las frutas frescas, el azúcar y la miel, para terminar con los estimulantes como el murri (especie de salsa de pescado similar al nuoc nam asiático o garum de los romanos).
Así que el ajo blanco bien tiene su sitial en la mesa de alcurnia, aunque el gazpacho, de por sí, como indica su etimología, haya sido comida humilde, como dice el DRAE, edición de 1734: "Cierto género de sopa o menestra, que se hace regularmente con pan hecho pedacitos, azeite, vinagre, ajos y otros ingredientes, conforme al gusto de cada uno".
Es comida regulár de segadóres y gente rústica" y cita al Quijote, Tomo 2 capítulo 53, donde Sancho dice: "Mas quiero hartarme de gazpáchos, que estar sujeto à la miseria de un Médico impertinente, que me mate de hambre".
Concuerdo con Sancho, elijo hartarme de gazpachos, y aunque algunos prefieran utilizar habas en vez de almendras, o melón por fruta, mi versión, que verán esta semana en el Recetario no tiene nada que envidiar.
Y no se siente para nada como plato de penuria. Buen provecho.

