En las junglas del sur de Filipinas vive el tarsero, uno de los primates más pequeños del mundo, que puede ver en la oscuridad, girar su cabeza 180° y casi no ha evolucionado desde la época de los dinosaurios.
No es un mono, aunque lo parezca y esté emparentado con estos y los gorilas, ya que pertenece a la familia de los prosimios. Tampoco es el primate más pequeño del mundo, pues este honor le corresponde al lemur pigmeo de Madagascar.
De apenas 15 cm de longitud y enormes ojos marrones, los de mayor tamaño con relación al cuerpo de todos los mamíferos, el tarsero duerme en el día y espera la noche para capturar insectos y murciélagos saltando desde las ramas a las que está casi siempre agarrado. Es incluso capaz de enfrentarse a animales de mucha mayor envergadura como pájaros o salamandras, a los que golpea desde el aire y tira al suelo.
Antaño en peligro de extinción, desde hace unos años la cifra de ejemplares aumenta en los bosques de la isla de Bohol, gracias a un nuevo programa de conservación que les protege de los depredadores en un régimen de semi-libertad.
El proyecto, que abarca un terreno de casi ocho hectáreas está dirigido por Carlito Pizarras.
