En el XI Censo Nacional de Población y VII de Vivienda, que se realizará en Panamá el 16 de mayo, se usarán equipos con un costo aproximado de 400 mil dólares, que incluyen 164 laptops, UPS, proyectores e impresoras y 40 PDA.
Roboan González, jefe del Departamento de Servicios Estadísticos e Informáticos de la Contraloría General de la República (CGR) indica que se aprovechará la red institucional, el correo electrónico y los software que ya tienen, como CsPro 3.3 creado por el Buró de Censo de Estados Unidos para procesar los datos. “La interfase se desarrolla en Microsoft Visual Studio.Net y herramientas de base de datos SQLServer”.
Además, el Tribunal Electoral prestará unos 750 celulares, pues se habilitará un call center para recibir información y registrar el avance del censo en todo el país.
La actualización cartográfica es el primer paso del censo. Esta empezó a finales de 2005 y está por terminar. En el pasado, los cartógrafos recorrían el país con un mapa, brújula y pasos calibrados. Ahora, además del mapa, cuando van al terreno, ubican las viviendas, carreteras, y otras estructuras usando GPS, imágenes satelitales y ortofotos.
“Estas tecnologías permiten tener una mayor precisión en la base de datos”, dice Héctor Cedeño, subjefe de la sección de Cartografía de la CGR. “Para procesar la información, al principio usamos el programa Arcgis. También usamos Pathfinder, GeoMedia y MicroStation”.
Después, se hace la “segmentación censal”, que consiste en dividir el corregimiento ya actualizado en el mapa, en diferentes sectores geográficos, que serán actualizados por el empadronador.
El día del censo, se contará con un sistema para capturar resúmenes del empadronamiento y hacer análisis de cobertura. “La idea es que al quinto día podamos publicar datos avanzados del censo”, dice Roboan González.
Una innovación en la que se está trabajando con la asesoría del Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México (INEGI), es un software para codificar las preguntas abiertas del cuestionario, como la ocupación y la actividad económica en la que labora la persona. Estas respuestas hay que llevarlas a un código para tabularlas, pero entre más personas trabajen manualmente en codificarlas, más criterios de interpretación habrá.
“Se trata de crear una manera para que el lenguaje de máquina interprete la información que se capta en campo para asignarle la mejor clave”, dice David Martínez, subdirector de clasificación del INEGI. “Al simplificar el proceso de manera automática, se simplifican los criterios de asignación de claves y se ahorra tiempo”.
Se prevé que los resultados del censo estén listos a finales de este año.
