A pesar de que Panamá carece de estadísticas detalladas que muestren porcentualmente la incidencia de casos de hepatitis en la población, el doctor Norberto Carreño, del Servicio de Gastroenterología de la Caja de Seguro Social (CSS), manifiesta que en la actualidad se están detectando más casos de hepatitis C en el país, y se pronostica que a futuro la tendencia sea igual por la constante entrada al territorio de extranjeros europeos y norteamericanos. "Son personas que vienen de países donde el uso indiscriminado de transfusiones de sangre se ha dado originado por las guerras. Luego de culminadas, el virus se propaga en sus tierras y los que viajan lo transmiten a donde van".
Ahora, Carreño informa que para 2008 la CSS optimizará un sistema computarizado que permitirá cuantificar la incidencia de casos a través de las personas que se atienden en el banco de sangre de la entidad, que es donde más se pueden detectar pacientes positivos saludables que hay en la población; es decir, que se sienten sanos, pero tienen el virus.
Son pocas las personas que desarrollan los síntomas clásicos de la hepatitis que son cansancio, fatiga, pérdida de apetito, confusión, náuseas, debilidad y la adopción de un aspecto amarillento en los ojos y en la piel. "Éstas pueden tener una inflamación leve del hígado que impide que perciban algún malestar; pero como pasan mucho tiempo con esa inflamación, el órgano se va deteriorando y posiblemente cuando se detecta el problema es porque está en etapas avanzadas".
En este cuadro pueden estar algunos panameños que se sometieron a una operación grande que requirió de una transfusión de sangre antes de 1990, cuando no se le practicaban pruebas de hepatitis C a las donaciones de sangre. De hecho Carreño asegura que maneja aún a un grupo de hemofílicos que fueron transfundidos para este período y están enfermos.
ESTADO AVANZADO
Hasta hace unos meses Coralia Mendoza pensaba que el corazón y el cerebro eran los órganos más importantes del ser humano, pero después de ver a su hermano Mauro, de 38 años, postrado en una cama a causa de una cirrosis hepática por hepatitis C, aprendió que sin el hígado no hay vida.
Según los médicos, su hermano llegó a ese estado porque el diagnóstico del mal se le hizo casi ocho años después de haber adquirido el mal. "A él le dio cirrosis hepática, pero este problema dio cabida a otra enfermedad llamada encefalopatía hepática que le afectó el cerebro. Él nunca estaba en este mundo, andaba como desorientado y confundido. Los médicos me han dicho que si el cerebro llega a inflamarse de forma exagerada puede ser mortal y que también puede correr el riesgo de entrar en un coma, pero prefiero pensar que responderá bien a los tratamientos que se le siguen".
Carreño apunta que además de la enfermedad de Mauro, existen otras que también son producidas por la cirrosis hepática, como la ascitis que hace que el abdomen se llene constantemente de agua; desnutrición, porque el hígado deja de producir sustancias que son necesarias para absorber los nutrientes; y el síndrome de Sicca (resequedad de los ojos y la boca).
PRUEBAS Y TRATAMIENTOS
Carreño asegura que en Panamá se hacen pruebas para detectar virus de hepatitis A, B y C en instituciones públicas y en privadas, donde el costo oscila entre 15 y 25 dólares. Incluso, agregó, que la CSS ofrece el tratamiento inyectable conocido como interferón pegilado (Pegasys) que se usa para tratar la hepatitis B y C, el cual puede costar en el mercado privado entre 2 mil y 4 mil dólares el tratamiento por mes. Según la condición clínica del paciente, este tratamiento puede ir acompañado con tratamientos antivirales orales.
