El doctor Nicolás Alejo Solano fue un médico que durante toda su vida profesional se dedicó a combatir lo que en su tiempo se llamó la peste blanca, tisis o más apropiadamente tuberculosis (TBC).
Esta enfermedad fue durante años —y junto a la sífilis, la peste bubónica, la lepra y varias otras— el terror de siglos pasados.
Después se descubrieron medicamentos efectivos contra la tuberculosis, la incidencia bajó y como es natural se disminuyó la guardia contra ella.
Hoy, con la presencia del sida, —ya que las dos enfermedades tienen puntos de contacto— se nota que la TBC va en aumento. En 2004 hubo en la República mil 321 casos reportados. Desconocemos cuántos hubo antes y ahora.
Pero volvamos al Dr. Solano. Él estudió medicina en Bogotá y su tesis versó sobre la "Tuberculosis en Colombia". Había nacido aquí en esta capital en 1883.
Si tenemos en cuenta que debió graduarse poco tiempo después de los inicios de la República y que como ya lo dijimos dedicó su vida al cuidado de esa enfermedad, pudo palpar el problema que Panamá tenía en ese entonces, cuando no existían tratamientos efectivos, fuera del reposo en cama —a veces por años— y una dieta adecuada ("el mejor remedio contra la tuberculosis era un buen cocinero", se decía) en lo que en buena parte se tenía razón.
Pero lo que se necesitaba no era el buen cocinero, sino alimentos verdaderamente nutritivos para echar en las ollas, algo más difícil todavía.
Además, la promiscuidad y las malas condiciones predisponían.
Hoy las cosas han cambiado. Existen efectivos tratamientos, mucha gente come y vive mejor, pero repetimos en muchos casos (no todos) el sida es factor contribuyente y lo que es peor añade resistencia aumentada a las hasta entonces efectivas medicinas.
El Dr. Solano de vivir hoy hubiese tenido otros enormes, nuevos y diferentes problemas: los casos de pura tuberculosis y los asociados con el sida. Pero regresemos de nuevo a aquellos en cierto sentido menos complicados tiempos.
El Dr. Solano que fue además un activo político afiliado al partido liberal, participó en la Guerra de los Mil Días (1899-1902) en donde llegó a ser sargento mayor, además de ayudante del colombiano jefe liberal Rafael Uribe Uribe. Dicha guerra la vivió Solano en el país sureño.
Una vez en su tierra, Panamá y durante la presidencia de Ramón Maximiliano Valdés (1916-1918), quien murió sin terminar su período, el Dr. Solano fue fundador de la Liga Antituberculosa, trabajó junto a la también recién fundada Cruz Roja, obra en gran parte de Matilde Obarrio de Mallet.
Fue además jefe del Departamento de Higiene y Salubridad y médico oficial.
Como era muy común, la política no dejaba de estar presente. Fue director del Banco Nacional y diputado a la Asamblea Nacional. Fue enviado en varias ocasiones a congresos médicos internacionales y representó a Panamá en otras diversas actividades en el exterior. Interesante es también leer su participación junto a autoridades sanitarias estadounidenses en la escogencia de un sitio para levantar allí un hospital para tuberculosos.
Se pensó en El Valle de Antón, Sorá y San Carlos; luego en que estuviese aquí en la ciudad, en el lote que después sería del Santo Tomás, en el de la Escuela de Agricultura, en Matías Hernández, en lo que hoy es el Parque Omar (las conversaciones aquí estuvieron muy adelantadas, pero fueron rechazadas por el presidente Dr. Ciro Urriola).
Por fin venció La Chorrera sobre Cermeño y Arraiján que también compitieron.
En nuestro artículo anterior nos parece que no quedó muy claro lo de la relación existente entre la ciudad de Parita y Manuel Luna, el que vendió la tajada de sandía que por no haberse pagado, desató el incidente conocido como el de la tajada de esa fruta el 15 de abril de 1856. Pues nada más ni nada menos, que Luna era de Parita.