SHANGHÁI, China. EFE.- El Mundial de Fórmula Uno llegó hace apenas ocho años a una China donde apenas se conocía el automovilismo y aunque su entrada está ligada a uno de los mayores casos de corrupción política de la historia reciente del país, con el tiempo una incipiente afición empieza a formarse allí.
Al menos en Shanghái, la capital económica del gigante asiático, la punta de lanza de su desarrollo y, cada vez más, un punto estratégico clave para los fabricantes automovilísticos mundiales, el interés por los deportes del motor ha crecido año a año, desde que en 2004 la ciudad empezó a acoger el Gran Premio de China.
Para ello Shanghái construyó uno de los circuitos más modernos e imponentes del campeonato, que también se aprovechó para acoger el Gran Premio de China de Moto GP (de 2005 a 2008) e incluso una carrera del V8 australiano en 2005, dentro de la apuesta de la ciudad por promoverse con grandes eventos deportivos mundiales.
De la misma manera, Shanghái construyó el imponente estadio Qizhong para acoger la Copa Másters de Tenis de la ATP, o incluso nuevas piscinas para los Mundiales de Natación del pasado año, lo que redundó en la entrada de China como gran anfitriona deportiva tras los Juegos OlÍmpicos de Beijing 2008.
