El Sevilla se proclamó por tercera vez campeón de la Liga Europa tras superar al Benfica por 4-2 en la tanda de penaltis de la final, jugada en el Juventus Stadium de Turín, que había concluido con empate sin goles.
El portugués Beto, portero del Sevilla, detuvo los lanzamientos del paraguayo Cardozo y del español Rodrigo. Pese a que marcaron los también brasileños Lima y Luisao para el conjunto luso, el Sevilla anotó todos los lanzados por medio del colombiano Carlos Bacca, el camerunés Stephane MBia, Coke y el francés Kevin Gameiro.
Su primer tÍtulo lo logró en 2006, ante el Middlesbrough inglés (4-0), y un año después frente al Espanyol, también tras la tanda de penaltis luego del empate a dos goles final. En ambos casos el torneo aún se denominaba Copa de la UEFA.
El Benfica perdió la final de este torneo por segundo año consecutivo, tras caer en 2013 ante el Chelsea inglés en Amsterdam. Ya había caído en la de 1983 ante el Anderlecht belga.
Es la primera vez desde que el Galatasaray se hizo con el título ante el Arsenal en 2000 que la final se resuelve por los penaltis tras acabar los 90 minutos y la prórroga con empate a cero.
España domina el palmarés de esta competición con 14 coronas, tres más que Inglaterra. Italia es tercera con diez y Portugal tiene dos merced al Oporto (2003 y 2011).
EL JUEGO
La primera parte no tuvo dueño, pero el Benfica puso las ocasiones en el tramo final. Hasta ese momento no pasó casi nada porque ambos rivales se preocuparon más por no cometer despistes que por buscar decididamente el área rival.
El Sevilla tardó diez minutos en templar los nervios. Para entonces ya había sumado dos tarjetas amarillas -Fazio y Alberto Moreno- por patadas a destiempo. Cuando el balón comenzó a pasar por Ivan Rakitic, el conjunto español se pareció más a sí mismo.
Mermado por las bajas, el Benfica apostó por un repliegue ordenado, llevando lejos de su área la línea del fuera de juego, y eso complicó mucho al Sevilla.
Al conjunto español se le apagaron las luces cuando se acercaba al área portuguesa, que apenas sufrió antes del intermedio.
El Sevilla padeció mucho dolor en su banda derecha, donde Alberto Moreno pasó un mal rato. Por allí lo desbordaron y el internacional español tampoco se preocupó de guardar su zona.
Ahí disfrutó el equipo portugués. La ocasión más clara antes del intermedio ocurrió a los 45 minutos, con un remate cercano de Maxi Pereira al que respondió Beto en un alarde de reflejos. Y un minuto después, el arquero del Sevilla se tuvo que estirar para desviar un disparo de Rodrigo.
El conjunto español se retiró a descansar con el susto en el cuerpo y avisado del peligro del Benfica. Con menos toques, el conjunto portugués puso las ocasiones de la primera parte.
La segunda mitad fue diferente y tuvo un inicio trepidante. Ambos conjuntos se quitaron los corsés tácticos y se sucedieron las llegadas a ambas áreas.
Ninguna más clara que la de Rodrigo, cuyo remate sacó Pareja en la línea de gol. Luego José Antonio Reyes respondió con tres remates que no encontraron red.
El Sevilla descuidaba las marcas, sobre todo en los laterales, lo que invitaba al Benfica a tirar contraataques.
Sin centro del campo, el encuentro quedó desgobernado y muy bonito para el espectador mientras los entrenadores sudaban para intentar ordenar a sus jugadores.
El Sevilla encontró un faro en el joven extremo Vitolo, cuya potencia impresionó al Benfica. Sólo le faltó una cosa: el pase final, ese don tan valioso en el fútbol y especialmente en resoluciones de títulos.
El Benfica jugó como el gato que está seguro de la fiereza de su zarpazo, aunque éste nunca llegaría. Cedía la posesión, pero cada contraataque era un temblor de piernas para los hinchas del Sevilla.
Los 33 mil espectadores que no llenaron en estadio de Turín vivieron un final de partido con arritmias en sus corazones.
Como ocurrió en el primer periodo, el Benfica acabó mejor la segunda parte. El Sevilla, muy fatigado, acabó colgado del larguero y pidiendo el final del encuentro. Y sus plegarias fueron atendidas. La final se fue a la prórroga.
El Benfica siguió dominando en al añadido, pero el Sevilla tuvo la ocasión más clara. Fue en un mano a mano de Carlos Bacca, aunque el colombiano llegó asfixiado al área y mandó el balón fuera por muy poco.
El Benfica fue el dueño de la prórroga, aunque le faltó hacer algo más que colgar balones al área. El Sevilla defendió con mucho orden y el título quedó para los penales. Para entonces, los calambres y espasmos musculares eran mayoría en el verde de Turín.
El título quedó en manos de los jugadores con más sangre fría y ahí triunfó Beto, quien paró dos penales al Benfica y le dio la victoria al Sevilla en la tanda por 4-2. El conjunto español no erró ni uno solo de sus lanzamientos.
Así se resolvió una final que sirvió para que el Sevilla volviera a ser grande de Europa mientras el Benfica, que no perdió ningún partido en el torneo, tendrá que seguir esperando otro año más. Y van 52.
(Servicios Internacionales)

