En una Barcelona conmovida pero con ganas de volver a la normalidad, el balón volvió a rodar en el Camp Nou para el partido Barça-Betis, rodeado de una fuerte seguridad tres días después del atentado ocurrido en esta ciudad española.
Un partido especial, no por ser el primero de esta Liga, sino especialmente porque significa "reconquistar la normalidad" de la ciudad, en palabras del presidente regional de Cataluña, Carles Puigdemont.
Espacio de libertad y reivindicaciones durante la dictadura de Francisco Franco (1939-1975), el mausoleo azulgrana se convirtió este domingo en un alegato contra el terror: "No tengo miedo", gritaba la grada.
En el césped, Lionel Messi y los suyos lucían un brazalete negro en señal de duelo y unas camisetas especiales para la ocasión en la que sus nombres fueron sustituidos por el de la ciudad "Barcelona".
En las gradas, pancartas con lemas como "Todos somos Barcelona" o "Nunca nadie nos podrá torcer", frase extraída del himno del club.

Los exteriores del estadio parecían recobrar cierta normalidad: riadas de gente, camisetas y banderas azulgranas por doquier, aficionados escuchando atentamente la radio, avispados intentando revender entradas a precio de oro.
Pero el fuerte despliegue policial, con agentes armados y controles a los vehículos en cada esquina, y las banderas a media asta recordaban los ataques en Barcelona y Cambrils, que dejaron 14 muertos y más de 120 heridos.

"Todavía se te hace un nudo en la garganta, pero viendo el Betis se nos quita el miedo", asegura José Fernández, conductor de autobús de 57 años, barcelonés pero aficionado del equipo sevillano.
El club verdiblanco se sumó también a los homenajes: sus jugadores saltaron al campo con una camiseta con el lema "El Real Betis con Barcelona" y sus directivos depositaron un ramo de flores en un homenaje a las víctimas en Las Ramblas.

Pero, en una Barcelona conmovida y con uno de los sospechosos buscado por la Policía, la asistencia al estadio pareció resentirse y las gradas mostraban numerosos asientos vacíos.
"Nos parece que hay menos gente, que está más tranquilo que en otros partidos. También es agosto y la gente está de vacaciones, pero creo que se nota", decía Teresa Serra, enfermera de 53 años acompañada por su amiga Anna Calvera.
Después del ataque, algunos aficionados, especialmente turistas, decidieron devolver sus entradas, informó el club sin precisar la cantidad.
"Se les ha devuelto el dinero a todos, son circunstancias especiales y comprensibles", dijo un portavoz.

