Cuando se habla de béisbol, es imprescindible mencionar a Willie Howard Mays, mejor conocido como Willie Mays y entre sus amigos y compañeros de equipo “The Say Hey Kid”. Este afrodescendiente norteamericano poseía un talento para jugar béisbol que pocas veces se ha visto en el mundo.
Willie, (perdón por tutearlo), nació en el sur de los Estados Unidos, específicamente en Westfield, Alabama, el 6 de mayo de 1931. La triste noticia es que falleció el pasado 18 de junio, a la edad de 93 años. Su padre, Cat Mays, también fue un excelente pelotero, mientras que su madre, Annie Satterwhite, destacó como estrella de baloncesto y atletismo en su escuela secundaria. Cat involucró a Willie en el deporte desde los cinco años, de manera que creció practicando deporte, especialmente el béisbol. Mientras Willie crecía, sus jugadores favoritos eran Joe DiMaggio de los Yankees de Nueva York, Ted Williams de los Medias Rojas de Boston y Stan Musial de los Cardenales de Saint Louis.
En la escuela secundaria, Willie se destacó no solo en béisbol, sino también en baloncesto y fútbol americano, especialmente como “quarterback” y “fullback”. Willie inició su carrera profesional en 1947 con los Chattanooga Choo Choos de Tennessee, para posteriormente unirse a los Birmingham Black Barons en la Liga Negra. Luego, en 1950 firmó con los Gigantes de Nueva York en el equipo sucursal de la Clase “B”. De más está decir que su desempeño fue excepcional, logrando un promedio de bateo de .477 en 35 juegos, por lo que en 1951 fue llamado al equipo de liga mayor.
En 20 años con los Gigantes de Nueva York / San Francisco, Willie Mays bateó para un promedio de .301, con 660 jonrones y 1,909 carreras impulsadas. Como jardinero, dio cátedra, atrapando batazos que parecían imposibles de alcanzar y haciendo tiros al cuadro interior y al “home plate” que evitaron muchas carreras a sus contrarios. Como evidencia de lo anterior, podemos citar la gran atrapada identificada como “The Catch” que realizó Mays de espaldas al “home plate” sobre un batazo de Vic Wertz de los Indios de Cleveland en la Serie Mundial de 1954, serie que terminaron ganando los Gigantes.
Las hazañas de este hombre en el béisbol serán recordadas por siempre. Con una estatura de 5′10″ y un peso de 170 libras (medidas por debajo del promedio de peloteros profesionales), deslumbró a todos los que lo vieron jugar, aprovechando al máximo las cinco herramientas que la naturaleza le dio. Creo que nunca veremos algo igual en nuestro deporte.
Willie, además de haber sido un pelotero extraordinario, siempre fue un hombre amable que se distinguió por sus buenos modales.
¡Descansa en paz, Willie!

