1
El agua engorda.
Falso. El agua no engorda, no contiene calorías ni grasas.
2
El agua es la fuente más importante de sodio en las dietas.
Falso. La ingesta de sodio se incorpora con los alimentos procesados. En Estados Unidos, más del 75% del sodio en la dieta proviene de alimentos envasados y comidas en restaurantes.
3
Para prevenir la obesidad los jóvenes deben tomar menos agua y más bebidas azucaradas.
Falso. La epidemia de obesidad se debe, en parte, a la creciente popularidad de gaseosas, bebidas energéticas, zumos de cocteles de frutas y otras bebidas azucaradas.
4
El agua y las bebidas azucaradas contienen las mismas calorías.
Falso. 100 mililitros de agua contienen cero calorías, mientras que igual cantidad de cerveza sin alcohol contiene alrededor de 15 a 20 calorías; el refresco cola equivale a 42 calorías (una lata de cola de 350 mililitros equivale a 147 calorías).
5
El agua, por no tener sabor ni calorías, produce menos saciedad que las bebidas azucaradas y mayor riesgo de obesidad.
Falso. Las calorías ingeridas en bebidas producen menores señales de saciedad, lo que ocasiona que la persona fácilmente se exceda en la ingesta de calorías.
Estudios científicos demuestran que el riesgo de obesidad aumenta acorde con el alza de la ingesta de bebidas calóricas.
6
La promoción de la ingesta de agua para prevenir la obesidad se debe iniciar en la edad adulta.
Falso. Es en la infancia donde se tienen mayores logros en cambios de actitudes y construyen los hábitos, por tanto, la promoción de ingesta de agua debe iniciarse en los niños.
7
La sed aparece porque tenemos hambre.
Falso. La sed aparece no porque tengamos hambre, puede existir la deshidratación, la cual trae efectos como menor rendimiento físico, alteraciones en la termorregulación y el apetito, disminución de la orina (oliguria), entre otros. No debemos esperar tener sed para tomar agua.
8
Beber agua durante las comidas dificulta la digestión y la absorción de los nutrientes de los alimentos.
Falso. Beber agua no dificulta los procesos digestivos ni la absorción de los nutrientes. Además, su evacuación gástrica es rápida.
9
Cuando comemos no debemos tomar agua.
Falso. Solo en ciertas patologías gástricas, como por ejemplo, reflujo gastroesofágico y dispepsia funcional se recomienda tomar líquidos fuera de las comidas.
10
Durante las comidas no debemos poner agua en la mesa.
Falso. Debido a que la ingesta de agua es un hábito difícil de inculcar en la población, la presencia de “agua en la mesa” durante las comidas es una estrategia para ayudar a construir esta práctica y promover una hidratación saludable.
Al mismo tiempo, favorece la mayor percepción de los sabores propios de los alimentos por su característica de ser insípida y contribuye a no enmascarar otros sabores.
11
Para combatir la obesidad únicamente debemos crear hábitos respecto a la ingesta de alimentos sólidos.
Falso. Es fundamental la adquisición de hábitos de hidratación saludables, siendo clave la educación alimentaria nutricional a padres e hijos. Tanto alimentos sólidos como los líquidos suman calorías.
12
En el control de la obesidad no se debe ingerir agua cuando se realiza ejercicios porque nos resta energía, reponemos lo que estamos perdiendo, nos hincha y disminuye el rendimiento.
Falso. Ingerir agua ayuda a reponer líquidos, sales minerales, hidratar los músculos y evitar problemas como calambres.
13
En el control de la obesidad es mejor beber agua embotellada que agua de la pluma (grifo).
Falso. Ambas aguas: embotellada o directo de la pluma tienen la misma calidad. Según la National Science Foundation International, muchas aguas embotelladas son procedentes de la pluma y simplemente se han envasado en una botella de plástico.
(La autora es médica especialista en Medicina Preventiva y Social, magíster en Medicina Integral. Giocozule@yahoo.es)

