América Latina y el Caribe registran un elevado grado de inseguridad agroalimentaria, con 288 millones de personas que tienen dificultad para alimentarse adecuadamente.
Así lo señaló Mario Lubetkin, subdirector general y representante regional en América Latina de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), al alertar además que 56.6 millones de personas al cierre de 2021 padecían hambre en la región, lo que representa 30% más que en el 2019.

“Esta tendencia lamentablemente no está bajando, y no podemos analizar el problema del hambre sin ver el tema de nutrición. Hay 131 millones de personas que se nutren mal en una región que tiene la capacidad y podría producir alimentos hasta para mil 300 millones de personas en el mundo y nosotros somos la mitad de esta población”.

¿Cómo está Panamá?
Adoniram Sanches Peraci, coordinador subregional para Mesomamérica incluyendo Panamá de la FAO, sostuvo la cantidad de personas que padecen hambre bajó de 7.8% a 5.5%. Actualmente en Panamá 280 mil personas sufren de hambre, mientras que en el resto de Centroamérica estos indicadores aumentaron.
“Programas como Panamá Solidario, Colmena y otros ayudaron a atender los problemas de hambre. Lo importante es que se sigan focalizando a las personas que realmente lo necesitan, por ejemplo, en las comarcas y a las familias donde hay más vulnerabilidad”.
Mario Lubetkin, quien participó en uno de los paneles sobre seguridad alimentaria en la Asamblea Anual del Banco Interamericano de Desarrollo, insistió en que hay que focalizarse en la transformación de los sistemas agroalimentarios que apunten a una mejor calidad de las semillas, del rendimiento y productividad por hectárea.
Igualmente se debe prestar atención al adecuado uso del agua y el cuidado del medio ambiente.
El representante de la FAO sostuvo que hay varias tareas que se deben acometer, como garantizar que el comercio de fertilizantes esté abierto, pues con la guerra entre Rusia y Ucrania se fracturó el suministro de estos insumos y afectó la producción.
“85% del fertilizante se importa desde los países que hoy están en guerra y esto demuestra la fragilidad que tenemos. Cuando hablamos que decenas de nuestros países importan cereales y que dependen de la zona de guerra, nos tiene que llevar a reflexionar sobre la capacidad de sustento que tenemos”, dijo.
Este y otros factores han contribuido con las presiones inflacionarias en los alimentos. “Tenemos cerca del 11% del peso de la inflación a partir de la producción alimentaria y en el mundo es de 8.6%”, dijo el representante de la FAO.

