Los griegos votaban hoy domingo sumidos en un difícil dilema en el referéndum convocado por el Gobierno, cuya pregunta, ‘sí’ o ‘no’ a la política de austeridad de Europa, simple en apariencia, fue presentada por los acreedores del país como un angustioso ‘sí’ o ‘no’ al euro. Katerina, de 56 años, encarnaba a esos electores preocupados el domingo, que todavía dudaban entre el ‘sí’ y el ‘no’, a unos metros de la urna, en el barrio popular de Pangrati. Votó a Syriza en enero, pero reconoció: “esta época es tan difícil, estamos nerviosos, no sé qué elegir”. Toda esta campaña relámpago se realizó además en pleno corralito. En virtud del control de capitales instaurado durante una semana para evitar el derrumbe total de los bancos, los griegos sólo pueden retirar desde el lunes un máximo de 60 euros por día y persona en los cajeros automáticos.

“Nadie puede ignorar la voluntad del pueblo de vivir, de vivir con determinación, de tomar las riendas de su destino”, declaró tras haber votado el primer ministro griego, Alexis Tsipras, en su barrio de Kipseli, en el norte de Atenas. “Hoy es un día de fiesta y de alegría”, agregó Tsipras, destacando su “optimismo” y la perspectiva de “un nuevo capítulo para Europa, mañana”. El ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, que prometió dimitir si ganaba el “sí”, se congratuló por su parte por un “momento sagrado, un momento de esperanza para Europa”. Si bien los últimos sondeos publicados apuntaban a un resultado muy apretado en el referendo, con una pequeña ventaja para el sí, es al alrededor del 10% de indecisos que Tsipras pareció apuntar el domingo por la mañana, asegurándoles que su voto “expresará no únicamente el mensaje de que (Grecia) se queda en Europa sino que quiere vivir en ella con dignidad”. Tras cinco meses de infructuosas negociaciones entre el gobierno griego, formado por Syriza y el partido soberanista ANEL, y los acreedores del país (Unión Europea, Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo), el primer ministro decidió convocar este referéndum el pasado 27 de junio. Los acreedores acordaron a Grecia, desde 2010, 260 millones de dólares en ayudas o promesas de préstamos, pero no han transferido nada desde hace casi un año, pues el gobierno descarta aprobar ciertas reformas que considera socialmente demasiado difíciles y desea que se contemple una reducción de la deuda en las conversaciones. “¿Debe aceptarse el plan de acuerdo presentado por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional en el Eurogrupo del 25 de junio de 2015 y compuesto de dos partes, que conforman su propuesta conjunta?”, es la pregunta planteada. El gobierno de Tsipras espera hacerse más fuerte en las negociaciones, gracias a un "no" con el que obtendría al menos el respaldo de la mitad del pueblo griego. Pero los acreedores promovieron el “sí” y presentaron el “no” como el equivalente a una salida de Grecia del euro, con el que el 74% de los griegos simpatizan, según un sondeo publicado el viernes.

