El éxito que tiene Bocas del Toro también es su principal enemigo. La pintoresca Isla Colón es el epicentro turístico de la provincia y permanece topada de viajeros, que en muchos casos terminan como residentes permanentes.
La isla recibe cientos de turistas locales, provenientes de la capital panameña, o del extranjero que multiplican el mensaje de las maravillas del sitio. Cuentan a sus amigos acerca de la vida relajada y los días de descanso en el destino que parece una postal, con su mar color turquesa, comida caribeña y el nostálgico calipso.
Pero en medio de ese paraíso soñado, Juan Pablo de Caro, presidente de la Cámara de Turismo de Bocas del Toro, señala que el crecimiento que se registra en Isla Colón ocurre de forma desordenada y con poco o nulo control estatal.
Cientos de viajeros, en su mayoría europeos y latinoamericanos, llegan todos los años a esta región que destaca por sus playas de aguas cristalinas y bosques poco explorados.
Estas características llevaron a la revista especializada en turismo de vacaciones Travel & Leisure a seleccionar a Bocas del Toro como el destino número uno que los viajeros deben conocer en 2016, bautizándolo como “El último refugio”.
De Caro destacó que es poco el avance que se ha logrado en los últimos años para mejorar la recolección y disposición final de los desechos. Esta denuncia es obvia. Los basureros están que revientan de desperdicios.
El empresario señala que se han mencionado varios planes para sacar la basura de la isla, pero a la fecha desconoce si alguno está pronto a concretarse. Además de la basura, citó la aparición de negocios ilegales como uno de los mayores problemas para el sector privado, ya que esto afecta la calidad del servicio que reciben los turistas, así como reducir la capacidad de las empresas de crear nuevos empleos.
También hay problemas sociales como la deserción escolar ante la poca oferta educativa que hay en todos los niveles. No es raro ver a jóvenes con poca escolaridad piloteando lanchas que hacen las veces de taxi en la zona.
José Thomas, miembro de la Asociación Panameña de Hoteles y operador de un legendario hotel en Isla Colón, indica que la situación de la terminal aérea afecta al turismo de la zona.
“Cada viajero que llega al aeropuerto debe pagar 3 dólares, un impuesto de entrada que no sabemos en qué se está utilizando”, comentó. De Caro y Thomas participaron en la primera Convención Nacional de Turismo que se realizó esta semana en la ciudad de Panamá y que busca definir los obstáculos y retos del turismo panameño.
Para el presidente de la Cámara de Turismo de Bocas del Toro es importante mejorar la integración de la isla con la ciudad capital, así como con otros destinos nacionales.
Actualmente, solo la empresa AirPanamá ofrece vuelos diarios desde el aeropuerto Marcos A. Gelabert, así como una conexión desde San José, Costa Rica, con una escala en la ciudad de David, provincia de Chiriquí.
“Si existiera una mejor conexión con otros destinos nacionales, el turista pudiera conocer otras regiones del país como Veraguas, Herrera y Los Santos, que cuentan con productos turísticos interesantes”, añadió.
Al mismo tiempo insisten en cuidar al Bocas del Toro del que todos hablan. Sus estrellas de mar y los arrecifes coralinos.
Los corales de Bocas están amenazados por los proyectos turísticos e inmobiliarios de alto impacto en el archipiélago, como ya han denunciando los científicos que le siguen la pista a los efectos de la urbanización y el hombre sobre la naturaleza.