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Davos y Panamá, recargados

Durante los últimos 50 años, el peregrinaje de políticos y líderes empresariales al pueblo de Davos ha marcado la esperanza de un mundo mejor; uno donde se procure la erradicación de la pobreza descansando en los principios de libre mercado, globalización, libertad ciudadana y democracia participativa. ¿Sigue haciendo sentido Davos? Escucho Davos y pienso en escenas de James Bond con francotiradores en los techos de lujosos edificios protegiendo a personas consumiendo ríos de Veuve Clicquot mientras intereses geopolíticos y económicos son defendidos desde perspectivas que poco tienen que ver con la búsqueda de una solución a los problemas que nos aquejan.

Davos arranca en medio del más serio ataque a lo que creíamos que funcionaría para llegar a un mundo más justo y ecuánime. Es evidente el movimiento hacia figuras autoritarias quienes han manejado poder a su antojo irrespetando la voluntad de pueblos enteros. Esto solía ser irrelevante porque ocurría en países subdesarrollados pero las consecuencias cambian cuando las grandes economías del planeta entran en reyertas ideológicas que afectan desde cadenas de suministro hasta la razón de ser de incuestionables relaciones comerciales.

Treinta meses han pasado desde la última reunión presencial en Davos y nada me gustaría más que preguntarle a su fundador, Klaus Schwab, si vale la pena seguir congregándose para resolver los problemas del mundo. Mientras tanto en Panamá tuvimos un ejercicio parecido con el Bloomberg Gateway Latinamerica que se dio la semana pasada. El diario La Prensa publicó un provocador título que rezaba “Millonarios y Líderes tejen estrategia en Panamá”.

Si bien la pobreza como flagelo se ha reducido considerablemente en medio siglo, la estela de problemas más complejos que desgarran al mundo necesita escuchar de cerca a la base de la pirámide, el clamor popular que nace del que sufre la cotidianidad de la basura que no se recoge o del agua que no llega, obligando al modelo a que acepte el insumo de abajo hacia arriba. Todo parece indicar que estos conclaves de masters of the universe no es el único camino para las soluciones que necesitamos.

Davos ha probado ser excesivo pero también eficiente ya que potentes iniciativas de alcance mundial han nacido de ese foro. Falta ver ahora si el esfuerzo de dos días de opulentas cenas y lujosos cocteles en Panamá se traducirán en más inversión directa y oportunidades para atacar algunos de los problemas que nos siguen ahogando como nación.

La política de aislamiento que algunos países han implementado nos llevan a cuestionar si no llegó el momento de un replanteamiento de la estrategia país en materia de atracción de talento o incluso de logística más regional que mundial (nearshoring) entendiendo que el mundo está cambiando frente a nuestros ojos.

Millonarios y políticos no podrán tejer estrategia sin los insumos cargados de dolor y frustración transmitidos por la parte baja y media de la pirámide. En Panamá ya tenemos ese insumo en el entregable final del Pacto del Bicentenario Cerrando Brechas. Si afrontamos apolíticamente el ejercicio, su seguimiento e implementación quizás tendremos el chance de tejer algo juntos que ni Davos ha podido.

El autor es financista


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