La Encuesta del Mercado Laboral a agosto de 2023, publicada por el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC), confirma la sistemática alienación de la población joven del ámbito productivo, así como el creciente divorcio entre nuestro sistema educativo y la realidad laboral.
Estas cifras indican una disminución del 60% en el ritmo de generación de empleo y 8 puntos en la calidad del empleo en relación al 2022. Entre octubre de 2021 y abril de 2022, la economía generó un promedio de 16,996 nuevos empleos mensuales, 73% formales.
Se agrava la exclusión laboral de nuestros jóvenes
A pesar de que entre mayo de 2022 y agosto de 2023 se registró una disminución en el número de desocupados (-25,570) y “Ninis” que no trabajan ni estudian (-28,664) entre 15 y 29 años, los jóvenes en ese rango de edad pasaron de obtener 40% de los nuevos empleos (octubre 2021-abril 2022) a 10% (mayo 2022 a agosto 2023).
Entre mayo 2022 y agosto 2023, 25,662 jóvenes entre 15 y 29 años encontraron empleo, 6,313 lo perdieron y 84,569 buscaron pero no encontraron. 9 de cada 10 jóvenes que encontraron empleo lo hicieron como empleados de oficina (24%), agricultores (19%), artesanos (19%), mano de obra no calificada (18%) y trabajadores del comercio (11%).
Los jóvenes en ese rango de edad son hoy 24% de los trabajadores y 54% de los desempleados del país. De cada 100 jóvenes de 15 a 29 años, 45 trabajan, 31 estudian y 23 son Ninis.
Los nuevos empleos requieren mayores niveles de escolaridad
71% de los nuevos empleos requieren 12 o más años de instrucción formal, con un promedio de 12.2 años aprobados. Esto plantea un reto en un país donde existen serios cuestionamientos a la calidad de la educación y que en los últimos 3 años ha mantenido las escuelas cerradas por más tiempo que cualquier otro país del mundo.
Nuevos empleos en sectores históricamente asociados a relativamente baja escolaridad, están demandando mayores niveles de instrucción formal, como es el caso de la Construcción y el Turismo, donde el 15% y 22% de los nuevos empleos, respectivamente, requirieron títulos universitarios.
De igual manera, sectores catalogados como “profesiones del futuro”, como Información y Comunicaciones (15 años aprobados) y Actividades profesionales, científicas y técnicas (15.6 años), demandan mayores niveles de escolaridad y otras competencias como el inglés y habilidades actitudinales.
Menos del 1% de los jóvenes sabe diferenciar un dato de una opinión
Uno de los indicadores más categóricos de la mala calidad de nuestra educación son los resultados de las Pruebas PISA 2018, que incluyen el que sólo 1 de cada 100 alumnos panameños sabe diferenciar una opinión de un dato.
En otras palabras, los “cuentos” pesan más que las “cuentas”, lo cual representa un enorme handicap para aspirar a empleos bien remunerados donde la capacidad analítica es vital.
Para el analista de PISA, Daniel Salinas, la única manera de revertir este esquema perverso es atajar la desigualdad desde la escuela. “El bajo rendimiento académico obstaculiza la movilidad social de estudiantes socioeconómicamente más vulnerables”, advirtió durante una conversación con La Prensa en diciembre 2019.
Este hallazgo cobra mayor relevancia en el contexto de las 10 habilidades laborales más valoradas, según el Foro Económico Mundial:
Pensamiento analítico e innovación.
Aprendizaje activo y estrategias de aprendizaje.
Resolución de problemas complejos.
Pensamiento crítico y análisis
Resiliencia, tolerancia al estrés y flexibilidad.
Creatividad, originalidad e iniciativa.
Liderazgo e influencia social
Razonamiento y resolución de problemas
Inteligencia emocional.
Diseño y programación de tecnología.
Salarios y educación
En la última década, el salario promedio en Panamá aumentó en 36% y el número de personas con salarios superiores a $1,000 mensuales creció 93%. En ese lapso, los trabajadores que llevan a cabo labores profesionales, cuya escolaridad promedio es 16.5 años, obtuvieron incrementos absolutos (+$539.30) y porcentuales (+58%) superiores al resto de las categorías laborales.
La educación como plataforma para la inclusión productiva y movilidad social de nuestros jóvenes es una asignatura pendiente y debe ser prioridad nacional.
Urge mejorar el clima para la inversión privada
Los buenos empleos y salarios estarán donde haya inversión privada. Urge transmitir confianza de que invertir en Panamá es buen negocio, particularmente en aquellos sectores que generan importantes cantidades de plazas laborales y pudieran representar mayores perspectivas de inserción laboral para nuestros jóvenes.
Nuestra crisis laboral no es de empleo, sino de confianza.
El autor es experto en mercado laboral y asesoría empresarial


