La recuperación del empleo juvenil tras la pandemia aún no concluye. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) alerta que a nivel mundial 1 de cada 4 jóvenes no estudia, no trabaja o no se capacita. Ellos son los “ninis”, entendidos como los jóvenes entre 15 y 24 años que podrían contribuir con el desarrollo económico y social de sus países, pero no hacen nada.
Más que un problema, los “ninis” son el reflejo de las desigualdades sociales y la pobreza, la falta de oportunidades para educarse y trabajar, y la exclusión del desarrollo económico.
“En 2022, los jóvenes de 15 a 24 años representaban alrededor del 21% de la población total en edad de trabajar. Sin embargo, continúan siendo menos del 13% del total de personas empleadas. Las cifras de desempleo son aún más crudas. El 33% del total de desempleados eran jóvenes”, precisó un ensayo de la organización.
El desempleo juvenil representa el 54.2% del desempleo total en Panamá, esto quiere decir que de cada 100 desocupados, 54 se ubican entre los 15 y 29 años, según el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC).
En tanto, en el estudio Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil 2022: Invertir en la transformación de futuros para los jóvenes, publicado en junio de 2023, la OIT alerta sobre los efectos a largo plazo de una crisis sanitaria que ya terminó, pero que dejó secuelas en el mercado laboral.
Los jóvenes son los “últimos en entrar, y los primeros en salir” ante los shocks económicos del mercado laboral, resultando más deteriorados que los adultos. Al mismo tiempo, los cierres de programas de educación y formación crearon retrocesos en habilidades y experiencias y podría traer efectos cicatriciales para los jóvenes y su inserción laboral.
En este triste escenario, advierten que mientras algunos países en desarrollo luchan por “recuperarse” en el contexto de fragilidad macroeconómica – con elevada inflación, altas tasas de interés y creciente riesgo de sobreendeudamiento, las perspectivas de empleo juvenil y las transiciones productivas del mercado laboral siguen siendo turbias.
En Panamá, los “ninis”se clasifican en estas edades, pero también en varias categorías de personas que no estudian y no trabajan, entre las que se encuentran los desocupados, los inactivos, incapacitados para trabajar y las amas de casa.
En el año 2017 eran 171 mil 884 “ninis”. Las cifras de 2022 dan cuenta de una población de “ninis” que alcanza los 267 mil 515 jóvenes.
Lo jóvenes en esta situación enfrentan una situación compleja, que no solamente incluye varias facetas sino varias capas, como las limitaciones en la educación, falta de oportunidades de empleo e ingresos y entornos familiares, económicos y sociales que pueden resultar altamente desfavorable para su desarrollo pleno, según el Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral (Mitradel).
En el caso de Panamá, cifras a abril de 2022 indican que de una población total de un millón de personas entre los 15 y 29 años, 444 mil 538 de estos jóvenes tenía un empleo.
Sin embargo, la tendencia de jóvenes que no estudian, ni trabajan ha venido aumentando también en el país, y ya alcanza los 267 mil 515 jóvenes, es decir, el 27% de los que están en esa franja etaria.
Cuando se analiza su composición, siempre las mujeres han estado en desventaja. 37% de estos “ninis” eran hombres y 63% mujeres.
Un factor determinante en su condición es la falta de atención de niños, enfermos y personas con discapacidades, lo que afecta directamente a las mujeres, a quienes se les asigna socialmente la tarea de atenderlos.
Por otro lado, en Panamá 7 de cada 10 “ninis” vivía en un área urbana, lo que refleja cómo la falta de oportunidades en las zonas rurales influye en el desplazamiento de los jóvenes hacia las ciudades, sin que esto necesariamente represente una mejoría socioeconómica en sus vidas.
La actualización de las estadísticas panameñas se dará en octubre de 2023, las cuales dependerá de dos variables: la deserción escolar y la inserción laboral o inclusión productiva, explicó René Quevedo, consultor empresarial e investigador del mercado laboral.
“La problemática de los “ninis” se irá resolviendo en la medida que, por un lado, se vaya fortaleciendo la confianza en el clima para la inversión privada (particularmente en actividades que requieren relativamente bajos niveles de escolaridad), y por el otro, se priorice la formación técnica para desarrollar conocimientos, habilidades y competencias pertinentes, de rápida inserción laboral, a través de programas cortos y pertinentes a lo que el sector productivo está demandando”, dijo Quevedo.
La economía perdió capacidad para generar empleos formales, fenómeno agravado por la pandemia. Entre el 2017 y 2022, Mitradel pasó de tramitar 445 mil nuevos contratos laborales a 240 mil. Es decir, 205 mil contratos menos en 5 años, al tiempo que la población en edad productiva aumentó en 178 mil personas, de los cuales un 62% sería económicamente activa, según los promedios históricos. Esto implicaría que hay un déficit de unos 315 mil jóvenes que buscan y no encuentran un empleo formal, indicó Quevedo.
