Las señales de la economía panameña apuntan a una situación cada vez más difícil de ignorar: el país podría cerrar 2025 con una tasa de desempleo de dos dígitos, la más alta en 20 años si se excluyen los periodos de pandemia.
Aunque la cifra oficial de este 2025 se conocerá entre octubre y diciembre, la última medición disponible sitúa el desempleo en 9.5% al cierre de 2024, y los analistas anticipan que la barrera del 10% se superará antes de fin de año.
El dato contrasta con el desempeño de la producción. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censo, el producto interno bruto (PIB) habría crecido 4.4% en el primer semestre de este año, para alcanzar un valor de $40,379 millones en precios constantes, un aumento de $1,689 millones frente al mismo periodo de 2024.
Cuando se desglosa lo que ha sucedido en los dos primeros trimestres, se encuentra que entre abril y junio el crecimiento se habría desacelerado a 3.4%, tras un arranque de año que marcó 5.2%.
Aunque a menor ritmo, crecer siempre será bueno. Entonces, ¿cómo se explica que la economía recoja números positivos, pero el desempleo aumente?
El crecimiento, aunque positivo, es insuficiente y estaría cada vez más concentrado en sectores que no generan empleo masivo.
Así lo resume el economista Eric Molino Ferrer, quien recalca que el problema en la economía panameña “es que hemos crecido en segmentos que no crean muchos empleos”.
A manera de ejemplo, cita una reciente situación en el sector construcción: no fue hasta hace poco que se adecuó la ley de interés preferencial, lo que mantenía un alto nivel de incertidumbre en uno de los principales motores de empleo.

Y agrega: “Considerando que hay más de 1 millón de panameños entre informales y desocupados, no es sorpresa que el consumo se haya deteriorado”.
El ITBMS —el impuesto que grava las ventas de bienes y servicios— acumuló una caída de 11% hasta julio, reflejando una contracción en la actividad comercial y menores ingresos fiscales en este segmento.
El año pasado, en este impuesto se habían recaudado $507.9 millones en el primer semestre, mientras que para igual fecha, en 2025, se acumulaban $454 millones.
Cuando se compara lo recaudado con lo que se había proyectado recolectar en el ITBMS en 2025, la baja es de $83.9 millones, lo que equivale a 15.6%.

Si las familias gastan menos, se podría deber a salarios estancados, a una creciente informalidad o a la precariedad laboral que obliga a priorizar lo básico.
Un mercado de trabajo débil podría terminar debilitando la recaudación y amplificando el círculo de bajo consumo.
La molestia generalizada
Recientemente, cuando La Prensa publicó la noticia sobre el crecimiento del 4.4% del PIB panameño, se desató una avalancha de críticas entre los lectores.
La mayoría cuestionó que esas cifras no se reflejan en el bolsillo de la gente común: “¿Dónde está ese crecimiento?”, “trabajo el doble y no ahorro nada”, “el desempleo sigue alto”, fueron algunas de las reacciones más repetidas. Fueron más de 300 comentarios llenos de molestias.
Para muchos, el supuesto avance económico solo beneficia a “políticos”, “empresarios” y las “élites”, mientras el ciudadano de a pie enfrenta salarios estancados, alzas de precios y negocios que cierran.
Otros comentarios ironizaron que la bonanza parece exclusiva de “los magistrados”, “los diputados” o “el círculo cero” del poder, señalando que el país vive un crecimiento sin progreso.
Algunos incluso hablaron de una “economía de multiverso” que no guarda relación con la realidad de calles, mercados y hogares, donde —dicen— el dinero no circula y el costo de la vida no deja espacio para sentir ninguna recuperación.
Las razones detrás del problema
Para el consultor empresarial René Quevedo, la economía panameña atraviesa un déficit de liquidez y una fuerte caída del consumo.
Tras tres años de recuperación postpandemia, la demanda se cayó en 2024 y sigue debilitándose en 2025 por la pérdida de empleo formal.

El deterioro del que habla lo resume justamente en las recaudaciones de ITBMS, que cayeron 6% en el segundo semestre de 2024 y 11% en los primeros seis meses de 2025.
“La economía panameña experimenta hoy el efecto contrario al derrame económico de la ampliación del Canal”, indica Quevedo, cuando precisa que la falta de inversión golpea no solo una obra en sí, sino también el empleo y el consumo que antes generaban sus trabajadores directos e indirectos.
Hay varios factores a los que atribuye el golpe al empleo y el consumo: el cierre de la actividad minera, la pérdida de grado de inversión por parte de una de las calificadoras, el estancamiento de ciertas inversiones y mayores tasas de interés.
“Las mayores tasas de interés no solo afectaron la generación de empleo, sino la capacidad adquisitiva”, afirma.
Entre 2022 y 2024, la tasa de referencia en créditos hipotecarios aumentó en medio punto porcentual, lo cual, en un préstamo de $200 mil a 30 años, representa unos $55 adicionales en la letra mensual.
Hubo casos de incrementos de las tasas de interés de 6.5% a 8% en hipotecas de entre $350 mil y $400 mil, con aumentos de hasta $400 mensuales en la letra.
“Una letra mensual más cara se traduce en menor consumo”, precisa.
Molino Ferrer subraya que las expectativas de mejora económica se centran en proyectos del Canal de Panamá y en nuevas inversiones de mercados como Mercosur y Japón. En el caso de la minería, recordó que una eventual reactivación podría aportar liquidez y empleo.
Aunque —por los antecedentes que provocaron su cierre— se trata de un sector que solo podría avanzar con una licencia social, un punto que sigue en debate público.

