El pasado viernes tuve el privilegio de compartir con 40 empresarias que están desarrollando interesantes emprendimientos con el apoyo de Canal de Empresarias y Ciudad del Saber.
Uno de los temas que abordamos fue la creatividad e innovación para el desarrollo empresarial y del país. La creatividad es un activo intangible que genera un valor económico concreto.
Albert Einstein era más que un físico un creativo, se imaginaba cosas que después llevó a la exploración, al análisis, experimentación y validación. En alguna oportunidad el notable físico expresó que la imaginación es más importante que el conocimiento.
El conocimiento se limita a todo lo que sabemos y entendemos, mientras que la imaginación abraza el mundo entero, y todo lo que alguna vez habrá que saber y entender. Por ello, usar la imaginación y la intuición creativa nos permitirá llegar a una solución lógica más tarde.
John Chambers, expresidente de Cisco, prevé que 40% de las compañías líderes actuales ya no existirán dentro de 10 años y; en este contexto, la creatividad aplicada a los negocios juega un rol fundamental para navegar tiempos de cambio y muy retadores.
Para avanzar en el proceso creativo y la posterior innovación hay que definir el reto o el problema. Transformar un problema sin resolver en una fuente de ideas innovadoras. Luego el proceso de exploración es muy importante pues implica formularnos preguntas y valorar necesidades o expectativas involucrando a diversas audiencias para que nutran el proceso.
La exploración también nos invita a utilizar distintos métodos como “tormentas de ideas” para estimular el pensamiento creativo. Es normal que a lo largo del proceso surjan muchas ideas pero hay que reconocer que no todas son posibles o viables. Por ello, es necesario priorizar y seleccionar sólo las mejores ideas según el potencial y no solo por su factibilidad.
El siguiente paso es experimentar con esas ideas, desarrollar simulaciones conceptuales que puedan ser validadas por los usuarios o audiencias vinculadas, desarrollar prototipos y ponerlos a prueba.
Por último, están las fases de implementación e introducción al mercado, lo cual constituye una etapa compleja y crítica, pues es donde realmente se verifica el potencial de escalada, si realmente es clara y si el producto y la propuesta de valor pueden tener éxito económico.
Tal como lo planteó Clayton Christensen en su ADN del Innovador, las mujeres innovadoras piensan diferente. Sus mentes destacan por asociar ideas que, a priori, no guardan relación para producir ideas originales.
Actúan diferente: todas son grandes interrogadoras que a menudo plantean preguntas que ponen en tela de juicio el statu quo imperante. Observan el mundo con una agudeza fuera de lo común.
Otras trabajan en colaboración con las personas más diversas que se pueden encontrar en la faz de la tierra. Otras colocan la experimentación en el centro de su actividad innovadora. Pero todas tienen un propósito compartido, quieren potenciar sus ideas y plantearse retos para crear progreso, bienestar y construir un mundo mejor.
El autor es consultor en reputación corporativa, comunicación estratégica y gestión de riesgos. Fundador de Semiotik Consulting
