Los aljibes y pozos del Casco

Los aljibes y pozos del Casco
Los aljibes y pozos del Casco

En el Casco Antiguo de Panamá, fundado en 1673, tras los ataques del pirata Henry Morgan, se puede observar un número considerable de  casas con patios interiores, pozos y aljibes.
 
Algunos funcionan y otros han sido tapados para evitar accidentes. Sin embargo, los que sí tienen uso le dan un toque singular a las propiedades y nos llevan a un viaje en el pasado, como la mayoría de los sitios que aún conservan sus características dentro de la antigua ciudad, señalan expertos.
 
Los aljibes y pozos del Casco
 
LOS PRINCIPIOS
 
La historia indica que tras el ataque de Morgan se volvió a poner sobre el tapete el traslado del emplazamiento de la ciudad a un asiento más próximo al atracadero de la isla Perico, con una bahía natural mejor defendida y en una tierra más sana. 
 
La elección recayó en una pequeña península rocosa, espacio que ya había sido recomendado a la corona española en el pasado cuando se habló con insistencia de mudar la ciudad.
 
Acá no ocurrió como en las principales ciudades del mundo que surgieron a la orilla de grandes ríos o pequeños como  París, Roma, Sevilla y  Praga. El conjunto urbano de la nueva ciudad sería levantado sobre un relleno, que carecía de agua potable en su interior, lo que obligó a la construcción de un complejo y costoso sistema de aljibes y cada vecino se vio en la necesidad de construir en el patio de su casa, cerca de la cocina, su propio pozo.
 
LOS CHORRILLOS
 
El agua era escasa en la fundación.
 
El agua fresca que se encontraba más cercana era la del manantial  en las faldas del cerro Ancón, distante varios kilómetros desde la ciudad, quien le dio el nombre a esta comunidad cercana, El Chorrillo. De él y otros riachuelos que salían del cerro dependieron varios de sus vecinos hasta fines del siglo XIX cuando se hizo el acueducto.
 
Además era fuente de sustento, ya que los aguateros llenaban sus botijas o cántaros con agua, y los vendían a caballo o mula, alrededor de 1855. 
 
Hoy día el riachuelo está casi seco,  testigo mudo de  cómo nuestras ciudades crecen a espaldas de sus propios recursos naturales, especialmente de aquellos que fueron cruciales para su desarrollo.
 
Con el trajín que comenzó de la ciudad nueva a El Chorrillo en busca de agua se creó un camino de tierra que continuaba en La Merced (actual Avenida Central). Tanta era la falta de agua, que en 1717 Diego de la Haya afirmaba que “en Panamá no hay agua para que beban sus moradores, por cuya razón, si el enemigo se pone a la vista, le será necesario rendirse”.
 
LOS POZOS Y ALJIBES 
 
El pozo es un hueco abierto en la tierra de forma vertical para extraer agua subterránea y el aljibe tenía como propósito recoger agua de lluvia, que se utilizaba para dar de beber a los animales, así como para lavar, fregar, limpiar la casa entre otros usos domésticos. Según los  historiadores probablemente cada casa de la nueva ciudad de Panamá tenía aljibes o pozos.
 
Por esta razón, los conventos debían construir las dos cosas pozos y aljibes, ya que sus necesidades de agua eran mayores. En la iglesia de La Merced todavía se conservan dos pozos y un aljibe. En 1897, Francisco Posada se quejaba de que el agua de la ciudad era de mala calidad y escasa.
 
Después de la pavimentación del Casco Antiguo, como parte de la modernización y el saneamiento de la ciudad, a cargo del Ithsmian Canal Comission, el primer acueducto de la ciudad de Panamá se fundó en 1905. Con esta construcción se eliminaron los pozos y los aljibes.
 
PRESENTES
 
Además de los pozos y aljibes que se han encontrado en La Merced, hay dos aljibes domésticos en calle 7, en la casa de los Monogramas y en la residencia del arquitecto Sebastián Paniza. Hay uno en un restaurante de avenida B y cerca de calle 8.  
 
Uno de los más impresionantes es el de la casa de Carmen de Diego de Moynés, recién restaurado por el arquitecto Raúl Murillo.
 
El Casco Antiguo de Panamá’, de Eduardo Tejeira Davis. ‘La ciudad imaginada’, de Alfredo Castillero Calvo. ‘Consideraciones históricas, patrimoniales y turísticas sobre el Casco Antiguo de la ciudad de Panamá’, de Patricia Pizzurno. ‘La ciudad imaginada’, contexto ideológico- emblemático y funcionalidad ensayo de interpretación de la ciudad colonial’, de Alfredo Castillero Calvo.

En el Casco Antiguo de Panamá, fundado en 1673, tras los ataques del pirata Henry Morgan, se puede observar un número considerable de  casas con patios interiores, pozos y aljibes.

 

Algunos funcionan y otros han sido tapados para evitar accidentes. Sin embargo, los que sí tienen uso le dan un toque singular a las propiedades y nos llevan a un viaje en el pasado, como la mayoría de los sitios que aún conservan sus características dentro de la antigua ciudad, señalan expertos.

 

Los aljibes y pozos del Casco
Los aljibes y pozos del Casco

 

LOS PRINCIPIOS

 

La historia indica que tras el ataque de Morgan se volvió a poner sobre el tapete el traslado del emplazamiento de la ciudad a un asiento más próximo al atracadero de la isla Perico, con una bahía natural mejor defendida y en una tierra más sana. 

 

La elección recayó en una pequeña península rocosa, espacio que ya había sido recomendado a la corona española en el pasado cuando se habló con insistencia de mudar la ciudad.

 

Acá no ocurrió como en las principales ciudades del mundo que surgieron a la orilla de grandes ríos o pequeños como  París, Roma, Sevilla y  Praga. El conjunto urbano de la nueva ciudad sería levantado sobre un relleno, que carecía de agua potable en su interior, lo que obligó a la construcción de un complejo y costoso sistema de aljibes y cada vecino se vio en la necesidad de construir en el patio de su casa, cerca de la cocina, su propio pozo.

 

LOS CHORRILLOS

 

Los aljibes y pozos del Casco
Los aljibes y pozos del Casco

 

El agua fresca que se encontraba más cercana era la del manantial  en las faldas del cerro Ancón, distante varios kilómetros desde la ciudad, quien le dio el nombre a esta comunidad cercana, El Chorrillo. De él y otros riachuelos que salían del cerro dependieron varios de sus vecinos hasta fines del siglo XIX cuando se hizo el acueducto.

 

Además era fuente de sustento, ya que los aguateros llenaban sus botijas o cántaros con agua, y los vendían a caballo o mula, alrededor de 1855. 

 

Hoy día el riachuelo está casi seco,  testigo mudo de  cómo nuestras ciudades crecen a espaldas de sus propios recursos naturales, especialmente de aquellos que fueron cruciales para su desarrollo.

 

Con el trajín que comenzó de la ciudad nueva a El Chorrillo en busca de agua se creó un camino de tierra que continuaba en La Merced (actual Avenida Central). Tanta era la falta de agua, que en 1717 Diego de la Haya afirmaba que “en Panamá no hay agua para que beban sus moradores, por cuya razón, si el enemigo se pone a la vista, le será necesario rendirse”.

 

LOS POZOS Y ALJIBES 

 

El pozo es un hueco abierto en la tierra de forma vertical para extraer agua subterránea y el aljibe tenía como propósito recoger agua de lluvia, que se utilizaba para dar de beber a los animales, así como para lavar, fregar, limpiar la casa entre otros usos domésticos. Según los  historiadores probablemente cada casa de la nueva ciudad de Panamá tenía aljibes o pozos.

 

Por esta razón, los conventos debían construir las dos cosas pozos y aljibes, ya que sus necesidades de agua eran mayores. En la iglesia de La Merced todavía se conservan dos pozos y un aljibe. En 1897, Francisco Posada se quejaba de que el agua de la ciudad era de mala calidad y escasa.

 

Después de la pavimentación del Casco Antiguo, como parte de la modernización y el saneamiento de la ciudad, a cargo del Ithsmian Canal Comission, el primer acueducto de la ciudad de Panamá se fundó en 1905. Con esta construcción se eliminaron los pozos y los aljibes.

 

PRESENTES

 

Además de los pozos y aljibes que se han encontrado en La Merced, hay dos aljibes domésticos en calle 7, en la casa de los Monogramas y en la residencia del arquitecto Sebastián Paniza. Hay uno en un restaurante de avenida B y cerca de calle 8.  

 

Uno de los más impresionantes es el de la casa de Carmen de Diego de Moynés, recién restaurado por el arquitecto Raúl Murillo.

 

El Casco Antiguo de Panamá’, de Eduardo Tejeira Davis. ‘La ciudad imaginada’, de Alfredo Castillero Calvo. ‘Consideraciones históricas, patrimoniales y turísticas sobre el Casco Antiguo de la ciudad de Panamá’, de Patricia Pizzurno. ‘La ciudad imaginada’, contexto ideológico- emblemático y funcionalidad ensayo de interpretación de la ciudad colonial’, de Alfredo Castillero Calvo.

Fuentes

El Casco Antiguo de Panamá’, de Eduardo Tejeira Davis. ‘La ciudad imaginada’, de Alfredo Castillero Calvo. ‘Consideraciones históricas, patrimoniales y turísticas sobre el Casco Antiguo de la ciudad de Panamá’, de Patricia Pizzurno. ‘La ciudad imaginada’, contexto ideológico- emblemático y funcionalidad ensayo de interpretación de la ciudad colonial’, de Alfredo Castillero Calvo.



 


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