Aquellos que dudan de que algunos segundos duran más que otros se arriesgan a intentar montar el toro en Tuff Hedeman Bull Riding El Paso.
Al igual que en cualquier gran clásico de rodeo, el "jinete" debe estar parado con una mano en un toro que corre y salta.
Unos 25 competidores se reunieron la noche del sábado en El Paso, una ciudad del estado de Texas (sur) que limita con México, con el objetivo de no ser arrojados por el animal durante al menos ocho segundos, eso sin tocar al toro con su mano libre.
El escenario de Tuff Hedeman Bull Riding lleva el nombre del cuádruple campeón del mundo de rodeo Tuff Hedeman, ahora retirado.
El concurso ofrece un premio de 30 mil dólares y los vaqueros a veces vienen desde muy lejos para participar.
Por ejemplo, el "jinete" Ben Jones, lesionado en la cara durante el evento, llegó desde Australia.
Residente de Texas, Juan Alonzo también puede testificar sobre los peligros del rodeo. Sirvió cinco años en el ejército de Estados Unidos y, en Irak, se entrenó sentado en un barril de madera.
El jinete se sujeta de una cuerda trenzada plana con un mango reforzado con cuero; los toros pueden alcanzar un peso de una tonelada.
Inseparable del oeste americano y el mito fundador del vaquero, pero en realidad bastante ligado a los ganaderos españoles y mexicanos, el rodeo transmite valores de valor y resistencia al dolor.

