George Clooney y Brad Pitt la llevan y el equipo de béisbol Medias Rojas de Boston la ha hecho su bandera. Pero la naturaleza no siempre otorga al hombre el don de la barba y la demanda se dispara en las clínicas de implantes de Nueva York.
Implantarse una barba cuesta entre 7 mil y 8 mil dólares y, si lo que se necesita es un relleno o disimular esas zonas en las que el pelo no crece tanto, el precio puede rondar los 2 mil o 3 mil dólares. ¿Merece la pena?
“El trasplante de pelo facial se ha hecho popular en gran parte porque la gente se ha dado cuenta del resultado tan natural que se puede obtener”, asegura a Efe el doctor Kevin Ende, que empezó a ofrecer este servicio en 2007 y en el último año ha visto cómo se convertía en uno de los servicios estrella de su clínica en Madison Avenue.
“Al principio empezó como un servicio para aquellos pacientes que se habían quemado la cara, por acné o por cicatrices que hacen que la barba haya perdido continuidad en la cara”, explica.
En la consulta de la doctora Yael Halaas, los más habituales eran mujeres que se estaban cambiando de sexo y que no podían lograr una barba tupida con el tratamiento hormonal, judíos ultraortodoxos (“una comunidad en la que la barba juega un papel importante”, dice a Efe) y algunas comunidades asiáticas y latinoamericanas que genéticamente desarrollan menos vello facial.
La cirugía no es muy distinta al de cualquier injerto capilar: el lugar clásico del que tomar el cabello es la parte de la nuca y, una vez tomado el pelo, se puede implantar en la cabeza, en los brazos, en las piernas o cara.
