Con Uribe a la cabeza, Colombia ha dejado de ser un barco a la deriva
María Mercedes de Corró mcorro@prensa.comPara los que no lo saben: cuando Alvaro Uribe lanzó su candidatura, en el 2000, se le veían tan pocas posibilidades de triunfo que los analistas pensaron que la elección del 2002 solo le serviría de trampolín para la del 2006. En ese entonces, Uribe visitó Panamá, donde lo confrontamos con el hecho de que las encuestas favorecían a los candidatos de los dos grandes partidos tradicionales.
Su respuesta fue ominosa: "Muchos amigos de Noemí me dicen: lo queremos, pero después de Noemí. Muchos amigos de Serpa me dicen: lo queremos, pero después de Serpa. Yo les respondo que el problema de Colombia es tan grave, que no puedo hacer fila." (Suplemento Ellas , de 2000)
Y no la hizo: El 26 de mayo de 2002, Alvaro Uribe fue electo presidente de la República de Colombia. Estaba por cumplir 50 años.
¿Un palo loco de la política?
De ningún modo. Uribe es un hombre supremamente bien preparado. Es doctor en Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia; es especialista en Administración y Gerencia, por la Universidad de Harvard, en donde además estudió Negociación de Conflictos; y es Senior Associate Member de Saint Antony's College en la Universidad de Oxford, Inglaterra. Su plan de gobierno no es fruto de la improvisación, sino del estudio, del análisis, de la planificación; y de la experiencia.
Alvaro Uribe fue dirigente estudiantil; secretario general del Ministerio de Trabajo; director de Aeronáutica Civil; alcalde de Medellín y senador de la República. En 1995, fue electo gobernador de Antioquia. Como tal, se propuso erradicar la politiquería, construir ahorro y generar inversión para la comunidad. Dos años después, había reducido la planilla de la gobernación, de 14,061 a 5,499.
Uribe predica -y practica- la austeridad. Mientras su colega Hugo Chávez, "el mesías de los pobres", gasta fortunas en vestuario, relojes y viajes que realiza en un avión adquirido a un costo de 70 millones de dólares, Uribe lo hace en lo que Mauricio Vargas, columnista de Cambio , describe como una cafetera con hélice.
De su disciplina y capacidad de trabajo, abundan las anécdotas. El presidente hace yoga, mantiene un exigente programa de acondicionamiento físico y no toma tragos. Según The Economist (7 de junio de 2003), su idea de un viernes relajado consiste en trabajar hasta las 2 de la madrugada, telefoneando a los jefes de la Policía y del Ejército para monitorear diferentes puntos del país; mientras, los sábados se traslada a las provincias a celebrar "consejos comunales", sesiones de 12 horas y más en las que discute la situación del país y la gestión de gobierno.
La mano dura de Uribe
Su candidatura ofreció "mano dura" contra el terrorismo, en un momento en que el país había llegado a la conclusión de que sin seguridad no habría inversión, ni empleo, ni progreso social. Sin embargo, la promesa de una expansión de las fuerzas de seguridad atemorizaba a muchos.
Sus adversarios lo acusaron de ser el candidato de los paramilitares. El rechazó estas acusaciones, pero mantuvo su posición de que era necesario fortalecer los estamentos de seguridad e involucrar a los civiles.
Como presidente, ha aumentado el gasto en defensa de 3.5% a 5.8% del PIB y la fuerza policial, en 10,000 unidades. Además, ha implementado un programa de soldados campesinos para que vigilen áreas en las cuales no hay presencia policial; y otro de civiles informantes. Ha entrenado al Ejército y lo ha dotado de más y mejores armamentos; ha incrementado las fumigaciones de las áreas de cultivo de droga; y ha aumentado las extradiciones.
Opositores al gobierno, asociaciones de derechos humanos e inclusive agencias de la ONU han cuestionado su política de seguridad, por considerar que podría poner en riesgo el respeto a los derechos humanos. Como respuesta, Uribe los ha retado a que salgan del debate jurídico y busquen maneras creativas de ayudar a Colombia.
A Alvaro Uribe también le han criticado la manía de estar en todas partes y meterse en todo, en algunas ocasiones minando la autoridad de los miembros de su equipo. El, por su parte, no renuncia a la potestad de estar en cada detalle: "Si uno sueña por la noche y no madruga a convertir los sueños en realidad, en sueños se le quedan." ( Dinero . 27 de junio de 2003).
Una gestión de vida o muerte






