ARTE.

Felicidades, Onetti

Felicidades, Onetti
ILUSTRACIÓN/Roy Hernández

Si los genios fueran eternos, en términos físicos, el escritor Juan Carlos Onetti (1909-1994) cumpliría 100 años este miércoles 1 de julio, pero aunque este uruguayo no respira este viciado aire nuestro, sus historias siguen latiendo en cualquier lector que ha conocido sus novelas y cuentos.

Sus historias son muchas veces sombrías. Su actitud ante la vida fue siempre bastante escéptica. Su personalidad era reservada y seria.

Lo simpático es que cualquiera pensaría que su infancia fue de lo más infeliz y que esa atmósfera desconcertante lo condujo a los tonos grises de la existencia, pero no, sus años de niño fueron ideales.

Sus padres Carlos Onetti y Honoria Borges se querían y extendían ese cariño a sus tres hijos: Raúl era el mayor, Onetti era el del medio y Raquel era la menor.

En casa había dinero en casa para comprar algunos libros y tiempo para encerrarse este niño mentiroso en los armarios para que pudiera leerlos a sus anchas.

Fue periodista del semanario Marcha (sería cerrado por orden del gobierno dictatorial) y corresponsal de la agencia de noticias Reuters antes de que sus novelas Tierra de nadie, Para esta noche, Los adioses, Cuando entonces y El astillero le dieran para pagarse sus deudas y sus gustos.

Sus pasiones fueron el alcohol, las damas (se casó cuatro veces), los lugares inseguros, las mentiras y las bibliotecas. Tuvo que sufrir el exilio por culpa de una dictadura militar y España se convirtió en el sitio donde pudo estar seguro.

“El escritor es el hombre para el cual el ejercicio de la literatura es una forma de vivir, no menos importante que el ejercicio del amor, de la bondad y del odio”, dijo en una ocasión el padre de uno de los sitios irreales más concretos que hay, Santa María, un territorio que apareció por vez primera en La vida breve (1950).

La culpa de los vencedores y la tristeza de los perdedores son dos ejes temáticos de sus textos. “Al hombre siempre lo espera la muerte, supremo fracaso, pero el artista intenta ‘ser’ por medio del arte”, declaró Onetti, quien obtuvo el Premio Cervantes en 1980.

De acuerdo a su colega Mario Vargas Llosa, en su reciente libro Un viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti, el uruguayo que murió en la tarde del 30 de mayo de 1994, logró su estilo personal luego de perderse en las páginas de obras firmadas por autores variopintos y de alto calibre como Céline, Kafka, Faulkner, Sartre y Borges.

Como indica Moisés Elías Fuentes, en su ensayo Juan Carlos Onetti y la elocuencia vedada, “si en su mundo narrativo el mexicano Juan Rulfo cantó la épica de las almas en pena, de las sombras sin dueño, el desamparo de la nada, en su mundo Onetti cantaba la épica de la angustia y el sosiego cotidianos, de la vida interior realizándose e irrealizándose en el impersonal e inaprensible mundo exterior”.


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