Francisco Javier, el misionero

Francisco Javier, el misionero
San Francisco Javier

Uno de esos hombres tocado por la mano divina fue San Francisco Javier, cuya vida, obra y trayectoria se mantiene incólume en las cercanías de la celebración de los 500 años de su nacimiento.

Su misión fue cumplida primordialmente en el lejano oriente; pero antes, su amigo y principal mentor, San Ignacio de Loyola, tuvo que luchar para encarrilar al que sería considerado como "el misionero por excelencia".

La comunidad javeriana en Panamá, y en diversas partes del mundo, celebra la fiesta de San Francisco Javier hoy 3 de diciembre, marcando con cada año un compromiso que se renueva en la fe que profesó el misionero, y que supo legar desafiando el tiempo.+

En Panamá, las enseñanzas de Francisco Javier vieron sus primeros frutos cuando los jesuitas incursionaron por primera vez al istmo en el siglo XVII. Un ex alumno del Colegio Javier manifestó que la educación jesuita es el mejor regalo que un padre puede darle a un hijo. "Mis mejores recuerdos del colegio en Perejil son cuando los curas explicaban cómo en el siglo XVI siete estudiantes locos por Jesús fundaron en París la compañía, que no era más que un ejército de seguidores con el propósito de defender la Iglesia", señaló.

Para el padre Néstor Jaén, Francisco Javier fue un inspirador de vocaciones apostólicas, buscando a aquellos que están alejados de Dios. "Si hay una real virtud en Francisco Javier fue la de no dejarse vencer por la adversidad y llevar su mensaje a sitios donde nadie había podido llegar", relata Jaén.

Se trata de un cambio. Una modificación en la conducta.

Precisamente, uno de los cambios más radicales lo dio el propio Francisco Javier, al que su guía Ignacio de Loyola repetía constantemente una frase que luego sería parte de su apostolado. "¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si se pierde a sí mismo?".

El mensaje del propio Jesucristo, en principio fastidioso para el joven estudiante, se convertiría luego en la piedra sobre la que descansaría la razón de ser de su existencia.

El padre Jaén sintetiza este llamado como el reto "del orgullo y la vanidad" del joven Francisco, que se rindió ante la verdad.

Todo esto tiene otra síntesis en lo que Loyola dijera al misionero de misioneros: "Un corazón tan grande y un alma tan noble no pueden contentarse con los efímeros honores terrenos. Tu ambición debe ser la gloria que dura eternamente".

Y así es, aun en el moderno y sofisticado siglo XXI, San Francisco Javier deja esa huella en el colegio que sigue su doctrina en Panamá, Colombia y Guatemala, a través de la enseñanza pedagógica combinada con la doctrina jesuita.

En dos años, se conmemorará los 500 años del nacimiento de San Francisco Javier; para ello, la Iglesia católica prepara "el año javeriano", en un quinto centenario cargado de renovado espíritu.

Al igual que todos los años, hoy se inicia en la Casa de Emaús el retiro espiritual correspondiente a la época de adviento, típico en la comunidad javeriana para la preparación del corazón y el cuerpo para la llegada de Jesucristo, a través de ejercicios espirituales de penitencia y perdón.

Las rutas del jesuita


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