Pero no toda la tragedia fue causada por el caudaloso río, cuyo torrente alimenta a la Central Hidroeléctrica Ascanio Villalaz, bajo la responsabilidad de AES Panamá y de la Empresa de Transmisión Eléctrica, S.A.
La crecida tenía varios días de gestación en las montañas de Kuna Yala y luego rebasó los niveles del lago artificial.
Más allá, la confianza del hombre en su propio instinto y en sus instrumentos tecnológicos desatendió el llamado de la naturaleza, e imperó entonces la falta de coordinación entre las empresas.
Corresponde ahora a las autoridades determinar quién asumirá las pérdidas.
En la comunidad de El Llano, cientos de parcelas de arroz, maíz, plátano, yuca y ñame, entre otros cultivos, quedaron bajo las aguas.
Los agricultores de ese poblado, en el distrito de Chepo, ahora no saben a quién acudir en busca de ayuda.
El río barrió con los esfuerzos de toda su vida: Aquellos sembradíos de los que dependían sus familias ahora no están, como tampoco existen sus cerdos, gallinas, pollos y vacas.
"Aquí ya no hay futuro, el Bayano se lo llevó todo y recuperarnos tomará al menos dos años", dijo Custodio Herrera, uno de los cientos de agricultores afectados por las fuertes lluvias e inundaciones que castigaron gran parte del territorio nacional.
Los afectados por las inundaciones, en su mayoría campesinos e indígenas, forman parte del 43% de la población que vive en la pobreza y también parte del 22% que vive en la miseria.





