Periodismo imparcial

23 DE FEBRERO

Enero de 1964 en la Plaza de Toros de Tijuana, México. Pelea entre Ismael El tigre colonense Laguna y Vicente El zurdo de oro Saldívar. Durante un intercambios de golpes, uno de los periodista aztecas que cubría el evento gritó: “¡Cuidado Vicente con el jab de izquierda del canalero!” El reportero nunca vio al panameño pegar un golpe, a pesar de lo reñido del combate.

Este es uno de los tantos ejemplos en que el periodista está parcializado hacia uno de los protagonistas de la noticia. El favoritismo por una de las partes contamina y resta credibilidad al escrito. No obstante, hay quienes aseguran que no existe la imparcialidad total.

Según un artículo publicado por el periodista David Brewer en Media Helping Media, en este campo los temas más controversiales suelen ser de índole política, religiosa, sobre relaciones humanas, operaciones financieras y prácticas sexuales. “En todos los casos debemos asegurarnos de que haya una amplia gama de opiniones y puntos de vista”, afirmó.

“Ser imparcial significa no ser prejuicioso, ser justo y equilibrado. No es fácil. Todos los periodistas tienen sus propios puntos de vista, y para ofrecer con autoridad una cobertura integral de las noticias deben analizar los temas desde otra perspectiva”, recomienda Brewer.

Agrega: “Debemos asegurarnos de distinguir correctamente entre una opinión y un hecho. Es probable que también tengamos que cerciorarnos de que todos los puntos de vista principales están incluidos en el producto final, más allá de que creamos de que alguno de ellos sea repulsivo. Tenemos la tarea de informarle al público (la verdad) independientemente de cuáles sean nuestras propias opiniones y preferencias”.

El Código de Ética de La Prensa dispone en su punto 1.5 que el periodista tiene el compromiso de “investigar exhaustivamente y recabar tantas versiones como sean necesarias para informar con sustento, exactitud, equidad y responsabilidad”.

El Manual de Redacción de La Prensa, por su lado, indica que el lector tiene derecho “a recibir una información independiente, que exponga con precisión, veracidad, claridad y equidad los hechos y opiniones de interés público”.

La periodista Francie Plascencia Valdez, de la Universidad Técnica Particular de Loja (Ecuador), admite que “ya la objetividad absoluta no ‘siempre’ es posible en la práctica, pero nosotros como profesionales de la información debemos saber equilibrarla, puesto que tiene que haber una objetividad o reflejo de la realidad mínima e indispensable para que el periodista se considere éticamente con el derecho a informar”.

“Para los nuevos comunicadores sociales es un reto complementar el todo con lo justo, siendo partícipes de la ecuanimidad, muchas veces no parecerá adecuado con nuestra forma de pensar ni religión ni cultura. Es más una norma ética profesional, como el juramento hipocrático de los médicos, algo que se debe hacer como base periodística”, añadió Valdez.

El debate sobre si existe o no la imparcialidad total es un tema puntual en el quehacer periodístico, pero sigue siendo un deber ineludible que todo profesional ético tenga “siempre” la intención, lo más pura posible, de comunicar la verdad a sus lectores.


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