WASHINGTON, EU.— No solo el amor se conquista por el estómago, también la diplomacia, y si hay alguien que lo sabe bien es el cocinero jefe de la Casa Blanca, Walter Scheib.
"La comida desempeña un papel nada despreciable en las visitas de Estado", dijo el cocinero, de 50 años de edad, quien durante seis años y medio cocinó para los Clinton y sus invitados, y desde 2001 está al servicio del presidente estadounidense George W. Bush.
"El sentarse frente a una buena comida potencia los contactos sociales, procura la distensión y calma a las personas".
Scheib no es solo el jefe de cocina en el centro de poder mundial, sino que también dirige el "Club des Chefs de Chefs", una asociación de cocineros de élite que preparan los menús de presidentes, jefes de gobierno y reyes de todas las partes del mundo.
A esta "Naciones Unidas de los Artistas Culinarios" pertenecen cerca de 40 personas y fue fundada en 1977 en la localidad de Collonges au Mont d'Or, en el restaurante de uno de los grandes de la cocina mundial, Paul Bocuse.
Gilles Bragard, diseñador para indumentaria de cocineros, fue el que tuvo la idea de reunir a varios jefes de cocina de los líderes mundiales para así poder intercambiar experiencias. Desde entonces, el exclusivo club gastronómico se reúne cada año en un país diferente.
Estados Unidos fue este año el país anfitrión, y el mes pasado, los "Chefs de Chefs" dejaron que se viera un poquito cómo se mueven entre fogones. En la cocina del hotel Willard, en Washington, cocinaron, frieron, flambearon todos juntos y presentaron además platos de sus países de origen.
Aparte del arte culinario, a todos estos artistas gastronómicos se les exige, naturalmente, discreción. Ulrich Kerz, el cocinero del canciller alemán Gerhard Schroeder, recuerda con satisfacción cuando en una cena del jefe de gobierno alemán con el presidente de Francia Jacques Chirac, éste quedó "completamente admirado". Al ser preguntado si alguna vez se vio en alguna situación embarazosa, el cocinero, de 43 años de edad, respondió: "Eso no me lo puedo permitir".
El cocinero de Clinton y Bush, Schieb, dijo que cocinar para las cenas de gala es especialmente estresante. Comentó que junto con su equipo prepara el menú con antelación y cocina diversas pruebas "hasta que todo encaje".
