La carrera pugilística del cinco veces campeón del mundo Roberto Mano de Piedra Durán es tan extensa como rica. Es por ello que pueden extraerse de ella una cantidad increíble de historias, anécdotas y sucesos.
Su presentación el 15 de enero de 1972, cinco meses antes de que peleara por el título mundial liviano, frente al cubano Angel Robinson García en el gimnasio Nuevo Panamá, es una de ellas.
Roberto Durán venía de una muy buena racha de victorias por antes del límite. Eran 10 en total los nocauts que había propinado entre 1970 y 1971, la seguidilla más larga desde que obtuviera ocho en el primer año de su carrera en 1968.
El corajudo púgil chorrillero de 21 años había mostrado mucho poder en sus puños y un hambre de gloria tremenda, por ello se gestionaba un encuentro de título mundial con el escocés Ken Buchanan para el mes de abril o mayo de ese año. Pero, primero debía pasar una prueba más, con un boxeador de mucha mayor prestancia a los que en el último año se había enfrentado.
El escogido era el veterano de mil batallas Angel Robinson García, un morocho oriundo de La Habana, que en los últimos 12 años había hecho carrera en Europa y que se había enfrentado a lo más granado de la división ligera y welter junior, entre los que se encontraban Rafiu King, Ismael Laguna, Bruno Arcari, Pedro Carrasco, Miguel Velásquez y José Angel Mantequilla Nápoles.
Pero García no era un boxeador desconocido para los panameños, ya que en 1958 se había enfrentado en La Habana al colonense Isidro Martínez, y en los dos siguientes años a Jorge El Avispón Quintero, con quien peleó dos veces, y a Eloy Henry, siendo las dos últimas confrontaciones en Panamá.
El día de la pelea con Roberto Durán, el 15 de enero de 1972, contaba con 35 años y un récord de 194 peleas, de las 234 que celebró en su carrera profesional. De esos 194 encuentros, 118 eran triunfos (44 KO), 56 descalabros y 20 empates. Como ven, Angel Robinson era un veteranazo.
Mucha experiencia, mucha confianza La expectativa para este encuentro fue tan grande, que por una semana los cronistas en la materia no dejaron de escribir sobre el tema. Es más, el día de la llegada del cubano a Panamá, salió publicado en los medios escritos un cable fechado en Madrid, España, en el que se hablaba del choque.
"Si ese chiquillo es un gran peleador tendrá que demostrarlo", había dicho el caribeño al ser entrevistado en la capital española.
García llegó a Panamá como quien llega a su casa. En el terminal aéreo fue recibido por el ex doble campeón mundial Ismael Laguna y por Jesús Master Gómez, el promotor de la cartelera.
El veterano púgil mostró total confianza en su experiencia y al hecho de que Durán hasta ese momento, no se había enfrentado a un hombre de sus características.
"No me va ni me viene. Confío en mi experiencia", le señaló el púgil al cronista Ponchas Mendoza un poco antes de tirarle una cáscara de guineo. "He realizado 300 encuentros, 150 en Europa y 150 en América", declaró.
No fue cierta esta aseveración (en párrafos superiores señalamos el récord oficial cuando llegó a Panamá), pero sirvió para que muchos pensaran que había sido una locura firmar la pelea.
Por los lados de Roberto Durán había cierta intranquilidad, aunque mucha confianza, sobre todo por parte del púgil. "García no será el boxeador que detendrá mis aspiraciones de disputar el título mundial y caerá antes del décimo asalto", había dicho el cholo chorrillero.
Como dijimos, las expectativas eran grandes y la promoción también. García, a quien se le garantizó una bolsa de 5 mil dólares, se entrenó en Guararé, Coclé y Colón, además de Panamá, con el fin de entusiasmar a los fanáticos del boxeo.
El día de la pelea La tensión, palpable en el ambiente se acabó con el primer campanazo. Roberto Durán salió a hacer su trabajo acostumbrado y en un abrir y cerrar de ojos, una derecha a la barbilla de Robinson García lo llevó a la lona y a la cuenta de protección.
El Matutino del 17 de enero de 1972 publicó lo siguiente: "Peleando siempre a la ofensiva y con un hombre de una experiencia de primer orden, que en muchas ocasiones trató de ponerlo en ridículo, las aspiraciones de Durán eran acabar temprano la pelea".
"Luego de la caída de Robinson en el primer round, la pelea se hizo un poco fuerte, ya que el visitante con un estilo de pelea defensivo y enigmático, lograba capear los fuertes golpes que le propinaba Durán en el rostro. A medida que Durán lograba marcar buenos puntos, García en el quinto asalto lograba hacerle sangrar la nariz, pero sin mayores consecuencias".
"Durán, que evidenció un afán por noquear a su adversario, en el último asalto arremetió muy fuerte para poner en malas condiciones a García, que logró mantenerse así de pie los 10 rounds".
Al final, muchas críticas se dieron por parte de los entendidos, sobre todo del trabajo en la esquina del panameño. "Las instrucciones fueron que buscara la pelea abajo o sea que le conectara golpes al estómago", señaló Néstor Plomo Espinosa, entrenador principal de Durán, al salir al paso de los comentarios adversos. "Para disminuirle su velocidad y resistencia. Roberto no siguió esos consejos, solo a veces, concretándose a tratar de golpear a su rival en la cara y buscar el nocaut".
"García peleó a la defensiva durante casi todo el encuentro, por lo que no le permitía a Durán desarrollar su estilo clásico, que es su combinación de golpes", indicó Plomo Espinosa.
Al final, la pelea no llenó las expectativas, pero cinco meses después Panamá volvía a contar con un campeón mundial en la división ligera, su nombre: Roberto Durán.
