El hombre pareció guardar su costado protagónico hasta el inicio del Mundial: Cristiano Ronaldo llegó a Sudáfrica sumergido en un peculiar perfil bajo y lejos de los flashes y autógrafos.
El portugués, perfilado como uno de los dos jugadores más trascendentes de la próxima Copa del Mundo junto al argentino Lionel Messi, se mostró callado y serio, apenas esbozó alguna sonrisa a los aficionados presentes en el Bekker School durante el domingo, y ayer se mantuvo en el segundo plano en la práctica vespertina.
“Esta es la mayor competición deportiva del mundo, por lo que tenemos muchos motivos como para estar alegres. Pero hay que saber llevar esa alegría”, dijo el técnico de Portugal, Carlos Queiroz.

