Mientras que para los brasileños el 1-1 contra Panamá tiene tinte de despreciable, para los panameños fue un empate histórico con sabor a victoria.
En la previa el técnico Julio Dely Valdés había adelantado que iba a armar un equipo pensando en la victoria, porque para eso se juega, más allá del palmarés del rival, pero reconoció también lo complicado que era enfrentarlos.
El 1-1 final es un premio para el cuerpo técnico y los jugadores, en un partido en que muchas veces nosotros estamos asumiendo una derrota anticipada por el cartel del rival, en que el solo nombre causa respeto. Pero ayer la historia cambió para bien.
Como era de esperarse por la estrategia que se utilizó con cinco defensas atrás, todos terminaron siendo defensas. Allí no importó el sistema con el que se planteó el partido, importaba que todos tuvieron su cuota de sacrificio para defender, como en efecto la tuvieron todos los que jugaron en Portugal.
En este 1-1 no solo Manotas fue figura, lo fueron todos. Un amistoso donde hubo carácter, principalmente, que es lo que se necesita en este tipo de partidos. Históricamente contra Brasil se ha venido de menos a más: 5-0 en 1952; 5-0 en 2001; 4-0 en 2015; 2-0 en 2016, y 1-1 en 2019.