Apenas se puede reconoce a ese aguerrido lanzador santeño que pertenece a la élite de leyendas del béisbol panameño, pero la mirada y esa sonrisa chispeante, aferrado a su vida, identifican que ese hombre afectado por el cáncer es Roberto Flaco Bala Hernández, una gloria del deporte nacional, que lamentablemente está tocando puertas para poder atenderse en un centro hospitalario del extranjero.
Confieso que me impactó mucho, pero mucho, verlo enfermo como está. Yo crecí con él, en el cronismo deportivo radial, gracias a una oportunidad que me dio en su escuchado espacio “Óyeme, la última la traigo yo”, en la radio Exitosa, Chéquele Samudio.
Por supuesto que su perspicaz sentido del humor siempre ha estado presente. En una de tantas anécdotas que siempre recuerdo cada vez que me encontraba con este brillante tirador santeño en los estadios, cuando su salud no estaba en riesgo, le advertía sobre la amenaza que para sus récords representaba la presencia en el montículo de los inmortales zurdos Crispín Poveda y Darío Agrazal.
Y no vacilaba en reiterarme la misma repuesta contundente aunque a veces lanzaba sus misiles con más profundidad y abarcaba otras estadísticas: “Los récord no me importan, no son eternos, cualquier día los rompen. Algo sí te quiero decir: no me gusta cómo algunos peloteros se ganan los títulos en nuestra pelota”.
“Cuando logré mi récord a mí nunca me protegieron, todo lo contrario a lo que pasa ahora, con tantas reglas que han inventado para proteger los brazos de los lanzadores”.
Y es que lanzadores con las cualidades que exhibió Flaco Bala en el montículo no se ven en la actualidad. Siempre daba todo lo mejor en los partidos y no se andaba por las ramas para decirle cuatro verdades a los árbitros cuando no le cantaban un lanzamiento que pasaba por la zona buena.
Sin duda uno de los más grandes peloteros en la historia del béisbol panameño. Alfredo Franceschi, un notable cronista de béisbol, que se conoce como la palma de la mano la carrera de este larguirucho lanzador santeño, hace énfasis cada vez que conversamos en el extraordinario récord que mantiene de 24 partidos ganados en fila en los torneos nacionales de béisbol mayor.
Pero es triste lo que está pasando ahora a esta gloria del deporte nacional, que está postrado en una cama y lucha sin que le falte su optimismo y la fuerza que siempre exhibió ante el rival más temible, la muerte.
Creo que la dirigencia del béisbol y las autoridades del deporte conocen perfectamente la magnitud del dolor que cada día sigue doblando el brazo de lanzar de este corajudo carabinero que se entregó de corazón las tantas veces que llevó en el pecho el nombre de Panamá.
Flaco Bala, como lo llamamos todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo en los montículos, se apega a sus últimas fuerzas para luchar por su vida. Dios todo lo puede y hay que rezar para que se logre recuperar.
