Otra vez se perdió en una cancha donde todos los rivales hacen fiesta.
En la hexagonal pasada fue Jamaica.
Los Reggae Boyz nos aterrizaron en Kingston y en el Rommel con sendos empates, mientras los otros equipos que al final sí fueron al Mundial de Brasil, impusieron su ley.
Pero, ¿qué pasó en Puerto Príncipe?
¿Por qué no pudimos liquidar a una presa que venía herida?
Primero, por un problema de vieja data que se llama no tenemos gol.
Y segundo, por una mala lectura del Bolillo Gómez,
para terminar con una receta que vio al equipo panameño desesperado en busca de un gol cuando los minutos se acababan.
Hace rato venimos diciendo que los goles importantes los vienen anotando los defensas, ya sea Fidel Escobar, Román Torres o Felipe Baloy.
¡Ah!, y por favor, no me vengan con que hizo falta Escobar, que él solito se tiró la soga al cuello.
Lo cierto es que nos cuesta un mundo anotar y los números no mienten.
Un gol en 270 minutos, y de tiro libre, lo dice todo.
Muchos apuntan al sistema táctico de un solo delantero como la principal razón y aquí discrepo.
Tener más delanteros no es sinónimo de ser más ofensivo.
No olvidemos que con un delantero se ganó en Jamaica y Honduras.
El problema ante los Soca Warriors fue la elección de ese atacante y ahí es donde radica la equivocación del Bolillo.
Se insistió en un sistema para un jugador que no reúne las características para jugar dicha posición.
Blas Pérez y Roberto Nurse, dos espigados atacantes con una alta cuota de sacrificio, cumplieron con los requisitos que pedía dicha formación.
No así un Arroyo, que está más para jugar en velocidad y por las bandas y no de espalda al arco, como demanda el 4-1-4-1.
Por eso coincido con la mayoría de los jugadores en que se regaló el primer tiempo, aunque también hay que recalcar que estamos ante la peor versión del motor del equipo en Alberto Negrito Quintero, y eso preocupa para el martes.