El ex receptor veragüense Rodrigo Luque Solanilla dio su última seña, ayer, martes.
Su féretro reposó por espacio de 40 minutos en su posición habitual, detrás del home plate, durante el homenaje póstumo que se le ofreció en el estadio Omar Torrijos Herrera, lugar donde libró mil y una batallas.
Algunos de sus compañeros del equipo de 1984 se posaron a un lado del ataúd y posteriormente, llevándolo en hombros, se dispusieron a recorrer cada una de las bases del coliseo santiagueño hasta llegar al plato, para que Luque anotase su última carrera.
"Él es un ejemplo para las nuevas generaciones. Fue muy jocoso, audaz, inteligente y sabía qué hacer en cada momento. Nosotros simplemente teníamos que seguir sus señas. Pero cuando perdíamos se molestaba, ya que tenía mente ganadora siempre", comentó el ex lanzador Simón Jiménez, que representó a Veraguas en muchos campeonatos, haciendo mancuerna con Luque.
Autoridades locales y nacionales, peloteros activos y retirados, fanáticos, familiares, medios de comunicación, entre otros, le dieron no un adiós, sino más bien un hasta luego al "máscara".
El ataúd donde iban los restos de Luque, estuvo arropado en todo momento con la bandera de su querida provincia de Veraguas, azul con estrellas blancas.
Por su parte, el tirador izquierdo Francisco Chico Martínez, que jugó 20 años al lado de Luque, se mostró muy abatido, aunque señaló que "hay que recordarlo como una persona amable, dadivosa y era como un hermano para mí. Ese era Rodrigo (Luque)".

