BARCELONA, España (DPA). -Si las miradas matasen, uno de los dos estaría ya muerto. Juan Pablo Montoya y Michael Schumacher se citaron ayer para un duelo a espada hoy, domingo, en la primera curva del Gran Premio de España de Fórmula Uno para dirimir una vez más sus irreconciliables diferencias.
"Veremos qué pasa" fue la frase que ambos usaron para concertar la cita en la curva Elf, la que pone punto y final a la recta de meta, donde se encuentra la parrilla de salida. Pero no fueron sendos "veremos" cualesquiera, sino dos cargados de sentido.
Las palabras tenían mucho significado, pero lo más escalofriante fueron los gestos. La tensión se podía cortar en el aire cuando el alemán y el colombiano entraron en la sala de prensa tras lograr el primer y el segundo puesto en la clasificación.
Sólo se miraron en una ocasión, pero valió por mil. Montoya lanzó el desafío, y con una media sonrisa irónica en la boca y fuego en los ojos giró la cabeza hacia Michael: "Te voy a ganar", parecía decir.
El alemán, recordando la arrogancia que marcó sus primeros años en la Fórmula Uno, aguantó la mirada con otro gesto sarcástico en su rostro: "¿Tú, a mí?", dio la impresión que respondía.
Ninguno de los dos lo mencionó, pero como si fuese un código interno todo el mundo lo entendió. Aún está fresco en el recuerdo el incidente del último Gran Premio de San Marino, cuando Schumacher cerró a Montoya en las primeras curvas de la carrera.
El colombiano recriminó en varias ocasiones a Schumacher su actitud, e incluso lo llamó "estúpido" en una ocasión. "Michael siempre se sale con la suya, parece el niño bueno de la clase, ese que los profesores creen que es un santo. Pero no lo es", afirmó.
El alemán prefiere eludir su eventual responsabilidad, pero no desperdicia la ocasión de intentar ridiculizar el enfado de su rival: "Tuvimos una interesante lucha en Imola, pero forma parte de esto. La Fórmula Uno se trata siempre de asuntos ajustados".
El enfrentamiento entre Michael Schumacher y Juan Pablo Montoya no es, desde luego, nuevo. Casi desde el primer día en que el colombiano pisó un paddock de Fórmula 1, en 2001, él y el alemán se cayeron mal.
Luego, las carreras no hicieron sino acrecentar la enemistad. Salidas ajustadas, roces entre sus monoplazas y espectaculares adelantamientos, todo ello aderezado con punzantes comentarios de una y otra parte, fueron dando forma a una rivalidad que recuerda a otras legendarias, como la mantenida entre el brasileño Ayrton Senna y el francés Alain Prost.
Uno de los dos sale cada vez perdiendo, pero los que siempre ganan son los espectadores.
Más allá del ídolo local, Fernando Alonso, el Gran Premio de España de hoy tiene un espectacular aliciente en el choque entre Montoya y Schumacher.

