La novena panameña, que alcanzó un meritorio tercer lugar en la Copa del Mundo de béisbol, dejando atrás a grandes potencias, arribará hoy a suelo patrio.
Un modesto equipo panameño que llegó a Holanda a batallar contra grandes potencias, regresa al país tras cumplir una de las mejores demostraciones que haya tenido una selección nacional en el exterior.
Solo lo hecho en el Mundial de Cuba, en el 2003, supera esta gran actuación.
Panamá, con un equipo estrictamente criollo, fue más allá de los pronósticos y se ratificó como una potencia mundial en un campeonato que estuvo cargado de peloteros profesionales.
Solo Cuba, con un equipo lleno de figuras olímpicas, se interpuso en el camino a la final a la tropa istmeña que por segunda vez entra a la historia del máximo escenario de la pelota mundial bajo la dirección Carlos Chico Heron.
Heron alcanzó un quinto lugar en el Mundial de Taiwan en el 2001.
Tras caer en semifinales ante Cuba por marcador de 15-2, Panamá se impuso con una formidable reacción a Holanda 7 por 6, en el partido que le dio la medalla de bronce.
Cuba ratificó su hegemonía en estas lides, pero se llevó el susto de su vida ante los panameños la primera vez que se vieron las caras, tras estar abajo en el marcador 0-2 hasta el sexto episodio.
Abraham Atencio, un zurdo que mareó a sus oponentes, anuló a los cubanos en ese partido.
