Un gran Clarece Seedorf metió al AC Milan en las semifinales de la Liga de Campeones al ser el jugador decisivo en la victoria del equipo italiano a domicilio ante el Bayern de Múnich por 2-0.
Seedorf marcó el primer gol, en el minuto 27 con un remate de pierna derecha desde fuera del área, y le metió un pase sensacional a Filippo Inzaghi para que marcase el segundo apenas cinco minutos después dejando prácticamente sentenciada una eliminatoria a la que todavía le quedaba casi una hora de juego por delante.
Curiosamente, hasta el gol de Seedorf, el Bayern, con la presunta tranquilidad que le daba el 2-2 de la ida que no lo obligaba a ganar, venía jugando mejor.
Sin precipitaciones, los bávaros atacaban y con jugadas de conjunto llegaron a generar dos ocasiones claras ante la portería de Dida.
El Bayern venía jugando mejor, pero al Milan -que hasta el momento del gol de Seedorf no le había dado trabajo a Oliver Kahn- le bastaron cinco minutos y dos ocasiones para darle la vuelta al partido y, además, hacer que el 2-2 de la ida pasara a la historia. Ya el gol de Seedorf había hecho que el Bayern perdiese por completo los papeles, como si no tuviera un libreto adecuado para jugar un partido por completo distinto al que se había imaginado antes del pitazo inicial.
Lo que se había visto cuando los jugadores se fueron al descanso era un ejemplo de manual del clásico minimalismo italiano. Dos ocasiones, dos goles a favor y con ello el resto de las estadísticas, como las relativas a la posesión de pelota, al número de ocasiones o a los saques de esquina a favor, perdieron toda importancia.

